El embajador del Reino Unido en España, Simon Manley, hizo ayer un llamamiento a la serenidad respecto al brexit y su posible incidencia en las relaciones bilaterales con la Costa del Sol, que lejos de reducirse, avanzó, se verán reforzadas.

En un encuentro organizado en el hotel Barceló de Málaga por la Cadena Ser, Manley insistió en que el proceso «no tiene marcha atrás», pero que la declaración, más allá de sus consecuencias inmediatas, no debe interpretarse como una ruptura de relaciones con la Unión Europea. «Queremos ser los aliados más cercanos, los mejores amigos y los socios más fiables», agregó.

El representante británico enumeró los vínculos del Reino Unido con España, y, en especial, con la provincia de Málaga, donde residen más de 60.000 de sus compatriotas. Manley recordó que la afinidad entre ambos territorios se remonta a «a mucho más que únicamente la historia de la Unión Europea», lo que garantiza, en su opinión, que no será alterada por la nueva situación, todavía por definirse.

Para el embajador de Gran Bretaña, una vez asimilado el resultado del referéndum, resta centrar los esfuerzos en acotar «la clase de relación» que reinará a partir de ahora entre las islas y el concierto europeo. Simon Manley, en cualquier caso, se mostró poco amigo del dramatismo y aseguró que, de momento, el temido efecto brexit no ha dejado su rastro sobre la vida de las islas. «Seguimos siendo el mismo país», indicó.

En cuanto al futuro de Gibraltar, muy debatido a raíz del polémico plebiscito, el diplomático dejó clara la postura soberanista de su país, aunque poniendo el acento en el trabajo conjunto y el fortalecimiento de las relaciones con Andalucía.

En su visita a Málaga, Manley estuvo acompañado por el consejero de Economía y Conocimiento de la Junta de Andalucía, Antonio Ramírez de Arellano, que instó al Gobierno de Rajoy a abordar el fenómeno «con perspectiva de Estado» y asumiendo el liderazgo de la reflexión a nivel europeo. «No tiene sentido que los gobiernos regionales con las competencias que tienen actúen como el ejército de Pancho Villa para atraer a su territorio posibles salidas de negocio del Reino Unido», puntualizó.

Ramírez de Arellano advirtió del riesgo de observar el brexit con «frivolidad», vendiendo el territorio como si se tratara de un paraíso fiscal. Además, enumeró algunas de las posibles consecuencias. Entre ellas, la más elemental, la pérdida para la Unión Europea de un socio con capacidad de inversión, lo que obligará a países como España a alternar su papel de beneficiario con una mayor contribución al sostenimiento económico de la institución.

Gran Bretaña sigue siendo el principal aliado turístico de la comunidad, con una aportación anual de más de 2,4 millones de viajeros. En los últimos veinte años, las islas han destacado también por su potencia inversora, animando la economía andaluza con una inyección de más de 1.300 millones de euros. La salud del vínculo se comprueba asimismo en el balance de los primeros nueve meses de 2016, que arroja un superávit comercial favorable a la comunidad de 1.283 millones.