Dice el refrán popular que la música amansa a las fieras. Aplicar este dicho a este caso puede resultar exagerado y, sin lugar a dudas, ofensivo. Pero sí es verdad que en el IES Guadalmedina, de la capital, han descubierto el poder la música como vehículo para la integración social de su alumnado. Se trata de un instituto calificado de difícil desempeño, situado en La Palma-Palmilla, con escolares en riesgo de exclusión social, que encuentran en la música un modo de desarrollar sus capacidades y habilidades sociales, lo que les permite alcanzar una mayor autonomía personal.

Desde hace cinco años, el centro cuenta con una orquesta de flautas, que surgió en clase de música y que en la actualidad cuenta con más de 40 componentes de todos los cursos, desde los 12 a los 18 años de edad. Gracias a ella, según explica el director del Guadalmedina, Juan Manuel Fernández, los estudiantes aprenden aspectos muy positivos que les ayudan en su día a día en el aula y fuera de ella, como la disciplina, el compromiso y el respeto.

Gracias a este proyecto, el centro se ha hecho merecedor del primer premio que concede la Asociación de Amigos de la Orquesta Filarmónica de Málaga, y que le será entregado mañana jueves en el instituto. El galardón se convocó con motivo del 25 aniversario de la orquesta y tiene por nombre La orquesta de mi ciudad. Gonzalo Martín Tenllado.

«Los alumnos del Guadalmedina provienen de familias que conforman un crisol multicultural entre inmigrantes, payos y una mayoría de etnia gitana. El nivel socioeconómico y cultural es muy bajo. A través del trabajo diario en el centro se pretende que desarrollen valores de respeto mutuo, a ellos mismos y al entorno, así como la creencia en la educación y la formación como impulsoras de su desarrollo personal, presente y futuro, que les permitan incorporarse a un mundo laboral y social normalizado», señala el director.

El proyecto abarca diferentes áreas de conocimiento, implicadas de forma transversal. «Los principios no fueran fáciles, porque a la dificultad de trabajar las distintas piezas musicales se sumaba, a veces la apatía del propio alumnado», reconoce Fernández. Sin embargo, la respuesta fue positiva. Los escolares acudían regularmente a los ensayos y mostraban motivación por la actividad. «Este alumnado posee habilidades musicales a veces innatas que hay que potenciar», señala. Se había conseguido el primer objetivo.

A partir de ahí, a través de la música, se quería también reducir las elevadas tasas de absentismo; contribuir a un cambio metodológico que propiciara el desarrollo de habilidades personales y sociales adecuadas; trabajar las competencias curriculares, haciendo un especial hincapié en la comprensión lectora, expresión escrita, razonamiento verbal, matemático y de cálculo a través de la música; y con todo ello, intentar mejorar los resultados académicos. «Y todo ello se ha conseguido y está teniendo incidencia en clase», presume el director. También en el clima de convivencia existente en el centro educativo. Incluso en la implicación de las familias en la educación que reciben sus hijos.

Esta buena acogida ha permitido que la orquesta llegue a dar conciertos. Mañana jueves tendrá lugar uno con motivo de la entrega del premio. Uno al menos cada trimestre, en Navidad o en el acto de graduación de los alumnos de cuarto, por ejemplo. Y antes de las vacaciones de Navidad, protagonizará una pequeña gira por los colegios adscritos de la zona.