Revela aromas de vainilla, caramelo y regaliz domesticado por caña de azúcar terrosa. El cubalibre clásico, consistente en la mezcla equilibrada de ron con cola, es el ejemplo perfecto para ilustrar las repercusiones del último paquete de medidas fiscales que aprobó ayer el Consejo de Ministros, y con el que el Gobierno prevé recaudar cerca de 8.000 millones de euros para cuadrar las cuentas de 2017 y equilibrar el déficit comprometido con Bruselas. Como principal novedad, la reforma incluye, además de una nueva subida al impuesto sobre el alcohol, un alza en el gravamen sobre bebidas azucaradas que ya ha puesto en alerta al sector de la hostelería en Málaga. Restauradores y propietarios de bares de copas temen que estas medidas fiscales diseñadas por el Gobierno central, con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al frente, supongan un nuevo golpe selectivo al sector que se traducirá en pérdidas y en posibles subidas en el precio para el cliente final.

La asociación de hosteleros Mahos Amares, que representa a la mayoría de restauradores malagueños, considera que se trata de un nuevo palo a un sector que ha ido perdiendo puntos como pocos durante el tiempo de la crisis. En conversación con este periódico, su portavoz, José Simón Martínez, augura que estas medidas pueden suponer «el fin para mucha gente» y explica la principal consecuencia de una nueva subida de impuestos en un sector altamente disputado. «En un contexto de fuerte competencia, lo último que se intenta hacer es repercutir la subida en el cliente final». Una estrategia que, según explica Martínez, llevará al límite a los pequeños y medianos negocios. A los ya de por sí escasos márgenes en los que se mueve la hostelería, hay que sumarle ahora esta subida de impuestos por partida doble, que no hace más que amenazar la cuenta de resultados de un sector que para Martínez «está falsamente idealizado en la sociedad». «En los últimos años se ha generado una falsa imagen según la cual todo es bonanza, cuando, en realidad, muchos están amortizando todavía las pérdidas generadas durante la crisis. A pesar de lo contraproducente que resulta trasladar el aumento de gastos en el cliente final, Martínez asegura que «muchos negocios se verán obligados a subir los precios».

El hecho de que la hostelería se vea perjudicada de nuevo por esta subida no pilla al sector por sorpresa. Martínez confirma que entre los restauradores existe el pensamiento generalizado de que cada vez que el Gobierno necesita cuadrar las cuentas vuelve a la carga con medidas que perjudican a los hosteleros. «Ahora vienen con un nuevo impuesto sobre las bebidas azucaradas», puntualiza, además, que «ya era algo para lo que nos han estado preparando con las últimas campañas de los azúcares».

Cumplir con Bruselas. Según las primeras estimaciones del Ejecutivo, sólo la subida del tipo impositivo para alcohol y refrescos aportará unos 200 millones de euros a las arcas del Estado. En el continuo contexto de tira y afloja para cumplir con las exigencias del déficit, la hostelería se verá afectada, también, por la subida en el impuesto de sociedades. Además, Montoro pretende restringir las deducciones y compensaciones en el mencionado impuesto de sociedades, y a las que se agarran hasta el momento numerosos negocios, bares de copas y discotecas.

Desde la Asociación de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas de Málaga apuntan a una penalización exagerada, sobre todo, para este tipo de negocios: «Una copa en una discoteca está gravada con el 21% de IVA, mientras que en los bares está al 10%. Llega un momento en el que nos exigen tanto que nos veremos forzados a bajar las persianas», ponen el acento en que los agravios fiscales que afectan a la hostelería se perpetran siempre con más facilidad si se compara con otros impuestos. «Al final, los perjudicados siempre somos nosotros. El distribuidor no duda en repercutinornos cualquier subida. Pero los precios de las copas no han subido en siete años», apuntillan, indicando que el doble incremento incrementará la presión sobre todo a los bares de copas y discotecas.

Fuera de este carrusel de subidas han quedado la cerveza y el vino. Para Sergio Ragel, director comercial de Cervezas Victoria, esto no significa, sin embargo, que ahora se eleve su consumo. «No somos competencia para el alcohol de alta graduación», sentencia sobre los hábitos de consumo.