A la mayoría de extranjeros que conocen Málaga, cuando se le pregunta por ella, no dudan en responder que es una ciudad acogedora, bonita y con un sinfín de cosas que hacer. Además de playa, fiesta y turismo, cada vez es mayor el número de personas que vienen a Málaga realizar una inmersión lingüística.

El año pasado, 13.674 personas acudieron a Málaga para aprender el idioma, contando solo con los que lo hicieron en las 13 academias certificadas por el Instituto Cervantes en la capital. Los alemanes constituyen la cifra más alta, con un 21%, seguidos por los daneses, italianos, Austriacos y británicos. Esta cifra supone un 9,3% más que el año anterior, y se prevé que el número siga aumentando cada año.

El Instituto Picasso, en la plaza de la Merced, es una de las academias que imparten el idioma a extranjeros desde el año 1982. Aunque la cifra varía dependiendo de las fechas y las circunstancias, el número de alumnos que estudian en el instituto está entre los 50 y los 80 estudiantes.

Las características de los estudiantes son muy variadas. «Desde adolescentes hasta abuelas», comenta Conchita, la directora del centro. «Es una ciudad que ofrece muchas oportunidades y por eso vienen tantos estudiantes aquí. La mayoría de ellos repiten la experiencia y vuelven».

«Algunos vienen sin saber nada del idioma y es muy complicado, pero en dos semanas viviendo aquí se nota mucho como se van soltando», comenta Francisco, uno de los profesores, que desde el año 1996 da clases de español. «La ciudad te enamora, una vez que vienes te cuesta irte», comenta sobre Málaga. «Yo tampoco soy de aquí y no me cuesta nada entender que tantos extranjeros la elijan».

Oleg, de 40 años, es francés y estudia en la academia. Ya lleva cuatro meses y quiere quedarse unos cuantos más. «La gente es encantadora, desde el primer día te sientes como en casa, no tengo ninguna queja», afirma. «Quiero aprender español porque en el futuro quiero vivir aquí, es un capricho, no una necesidad».

Lejos del capricho, Tim, holandés, lo tuvo que aprender por necesidad. Con 25 años encontró un trabajo que le obligaba a saber español y no dudó en venir a Málaga. «Vengo aquí desde mi infancia y por eso la elegí para aprender español. Igualmente, si no la conociera, también habría venido aquí». Además de ir a varias academias, intentó aprender por su cuenta. ¿El resultado? «Hablo muy bien, menos los verbos, eso es imposible».

«Sé conjugar en presente y pasado, pero hay tantos tipos que me pierdo», dice Ingrid, una inglesa de 24 años que lleva dos en Málaga. Tras acabar la carrera, decidió pasar un tiempo fuera para ver mundo. Su primer destino era Málaga y al final se convirtió en el único. «Empecé a desenvolverme bien, aprendí muy rápido el idioma y conseguí trabajo. Pero también me encanta la ciudad, que creo que es lo más importante». Además, cree saber el secreto de por qué tantos vienen aquí a aprender. «Todo es más sencillo cuando te sientes como en casa, y aquí es imposible no hacerlo».