­Si no fuera por el drama que se ve a través de los cristales, cualquiera diría que el helicóptero flota sobre el agua de una de las zonas más afectadas por las inundaciones del pasado domingo en la zona del Guadalhorce. Mientras uno de los afectados por la riada se acerca como puede a la aeronave con uno de sus perros a cuestas, los patines de la nave acarician la superficie de la enorme balsa para facilitar que puedan ser rescatados. La lluvia, el viento y la poca visibilidad no son los únicos elementos a los que se enfrentó el teniente Enrique Terrón, el piloto del instituto armado que, junto al copiloto y a su mecánico, realiza una maniobra crítica con la aparente tranquilidad del conductor que espera a que el semáforo se ponga en verde. En el espectacular vídeo difundido por la Guardia Civil, las palas no parecen estar muy lejos del tejado de la casa que se ve al fondo. Ni de las torretas eléctricas que se ven en otra fotografía facilitada por la benemérita en la que el copiloto mira cara a cara a otra víctima que trata de ponerse a salvo con su mascota.

Balance

Un día después, con los pies en el suelo y la misma calma, el teniente resume la experiencia como cuatro horas y media de vuelo en las que él y sus dos compañeros de tripulación rescataron a 13 de las 23 personas que fueron evacuadas por aire, entre ellos un niño de 11 años y un bebé, ya que también participó un helicóptero de la Guardia Civil y otro del Cuerpo Nacional de Policía. Terrón asegura que los activaron sobre las nueve y media de la mañana, aunque la primera gran dificultad a la que se enfrentó la tripulación fue alcanzar el aeropuerto de la capital, cuyos accesos ya habían sufrido las consecuencias de las inundaciones a primera hora de la mañana.

Esto y los preparativos de la aeronave, a la que quitaron equipamiento opcional que no era necesario para reducir peso y así poder rentabilizar cada porte, hizo que el primer despegue no se produjera hasta las diez y media. «Estuvimos haciendo idas y venidas hasta que el combustible lo permitía, regresábamos a repostar y volvíamos. Así estuvimos prácticamente hasta las 18.30 horas», explica el piloto antes de describir cómo suelen reaccionar las personas rescatadas, entre las que había familias completas: «La situación para los evacuados es de paralización, de pánico y de ansiedad al verse en una situación de necesidad. Además, son rescatados con un medio que no controlan, lo que implica una serie de sensaciones cuando el helicóptero se posiciona en una zona tan delicada. Es una situación bastante comprometida».

Además del helicóptero pilotado por Terrón, en las tareas de rescate participó una aeronave más del Servicio Aéreo de la Guardia Civil (SAER) y otra del Cuerpo Nacional de Policía. Esta última utilizó el helipuerto con el que cuenta el Hospital Valle del Guadalhorce, que abrió sus puertas el pasado junio en el término municipal de Cártama.