­Ni con el aguacero de hace cuatro años, ni con la famosa riá de 1989. Nunca se había computado tanta lluvia. Al menos, en un plazo acumulado tan breve. El temporal que sacudió a Málaga el pasado sábado dejó una cifra para el recuerdo, tan imponente en el récord como desatada en sus consecuencias. Los 204 litros recogidos en Estepona en apenas doce horas marcan un nuevo hito en la estadística, superior a todos los anteriores. Y combinado además con otros valores que permiten hacerse una idea objetiva de las dimensiones del episodio.

Según Fausto Polvorinos, jefe del grupo de avisos de la Agencia Española de Meteorología (Aemet) para Andalucía, Murcia, Ceuta y Melilla, la Costa del Sol rompió a las bravas su propio techo. Con perseverancia, pero también a un nivel muy alto de intensidad. En puntos como la citada Estepona se alcanzaron los 81, 4 litros en una hora. Una referencia que únicamente se había atisbado antes en dos ocasiones; en septiembre de 2007, con Nerja como punta de lanza, y con las violentas descargas de 2012, que se dejaron sentir, sobre todo, en Álora.

Las magnitudes que deja el temporal son compartidas en su vertiente más extrema en la mayoría de los municipios de la Costa del Sol. Al récord absoluto en cuanto a precipitaciones en doce horas se añaden cómputos globales como el de Manilva o Marbella, con más de 200 litros. En la capital el fenómeno tampoco se manifestó precisamente con ligereza, haciendo que la estación pluviométrica del aeropuerto anotara casi 56 litros en sesenta minutos. Una cantidad más que a tener en cuenta. Sobre todo, si se advierte, como señala Polvorinos, que la mitad ya se corresponde con lluvias intensas y que tan sólo cuatro litros más supone penetrar de lleno en la categoría torrencial.

Lo insólito de las cifras contrasta frontalmente con las causas que precipitaron el temporal, que son bastante comunes y están detrás de otras grandes tormentas históricas como la de 1989. De nuevo fue la confluencia de una masa de aire cálida y tropical y el descenso de la presión lo que desencadenó el aguacero. Málaga, sin duda, no está exenta de volver a sufrir este tipo de tormentas. La diferencia esta vez ha estado en la intensidad. En el fatídico año de la riá, la ciudad contabilizó más de 150 litros en poco más de una hora y media, aunque en un contexto espaciado de lluvia constante.

Superar los doscientos litros en menos de doce horas presume un impacto en muchos casos colindante con la catástrofe. Málaga, por desgracia, no pudo mantenerse al margen del infortunio. Las precipitaciones del sábado se cobraron una vida y provocaron numerosos destrozos, visibles ayer en muchos puntos de la provincia. Y casi sin distinguir, en su gravedad, al interior de la costa. Pujerra, con sus 192 litros, es un ejemplo, aunque, ni mucho menos, único, de la vehemencia con la que se instalaron las lluvias en puntos como la serranía de Ronda o en la comarca del Guadahlorce. En todos estos municipios se fue recuperando ayer poco a poco la normalidad. Especialmente, a partir del mediodía, cuando empezó a disiparse la amenaza de lluvia inminente en zonas como la Costa del Sol occidental, acaso una de las áreas más golpeadas por lsa precipitaciones.