­Celebrar la Navidad bajo el sol de septiembre. Alguna frase enlatada como ésta o similar podría servir para describir lo que fue el día de ayer. El segundo festivo que deparó la semana tuvo la virtud de venir acompañado de una climatología en función de lo que se espera de Málaga. El cielo despejado y una temperatura, que por momentos rozó los 20 grados, devino en terrazas y calles llenas de gente disfrutando de una ciudad absorbida por un imperante ambiente de prenavidad. El atractivo de la capital por estas fechas continúa. Como prueba añadida, la fila de autobuses en una calle San Jacinto reconvertida en punto de desembarco para los que vinieron de los pueblos de la provincia.

En el momento en el que la esperanza de una Navidad blanca llega a ser nula, al no ser que al Ayuntamiento le dé por dejar llover nieve artificial como se hace en Londres, la ciudad ambiciona a imprimir la estampa con un circuito de luces. Sobre todo, el de calle Larios, que atrajo de nuevo todos los flashes y las miradas de centenares de personas que celebraron el ya famoso ritual: cuando se hizo noche se hizo Navidad. Nada hay en el fondo más malagueño y navideño, así se confirmó de nuevo, que el relato de la principal artería engalanada y sus selfies. Si hubo un cierto temor en el sector turístico de que el desmadre tormentoso del pasado domingo pudiera ejercer como freno a la llegada del turista de última hora, la riqueza de acentos sugirió lo contrario. «Hemos venido a pasar el puente y estamos encantados con la decoración», espetó una señora de Segovia. El buenismo del clima también tuvo su reflejo en la restauración. Con todas las tiendas e incluso los grandes almacenes cerrados, las terrazas del Centro Histórico se erigieron como los grandes triunfadores de la jornada. Por momentos, el hacerse con una mesa se convirtió en un esfuerzo titánico.

Un belén para admirar. Animales, frutas, pescados, panes, dulces, alfombras y cortinas. Todo ello trabajado hasta el más mínimo detalle. Dos Palacios. El de Herodes formado por un conjunto de estancias interiores y exteriores amuebladas. El otro, el del Faraón Egipcio que preside las últimas escenas. Si hay un sitio como ningún otro que todavía guarda nomenclatura a Navidad tradicional, ese es el Belén Monumental de la Catedral. Abierto desde primera hora de la mañana, la afluencia de público fue constante. En una superficie de 96 metros cuadrados, las dimensiones pulverizan a cualquier belén casero por muy ambicioso que éste sea. Mide 19 metros de largo y toda la planta tiene cuatro metros de ancho. Aunque, calendario en mano, ya han pasado dos días desde que Papa Noel supuestamente llenara los calcetines de regalos, muchas dudas que se generaron vinieron a cuento de una hilera de ejemplares rojos que cuelga en calle Beatas. En realidad, se trata de una acción solidaria promovida por la casa Ronald McDonald.