Tradición

El paso a paso de montar el Belén

Muchos hogares aprovechan el puente para poner su nacimiento pero el belenismo es una pasión y una filosofía de vida para otras muchas personas, y durante todo el año

Escena de la adoración de los pastores en un portal de Belén.

Escena de la adoración de los pastores en un portal de Belén. / L. O.

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

En esta sociedad de la inmediatez, de la cultura de la impaciencia y de la falta de reflexión, aún destacan personas que elevan su actividad al contraste del preciosismo, el rigor y la meticulosidad. Hombres y mujeres que sienten verdadera pasión y que convierten el Belén en una filosofía de vida que va mucho más allá de la Navidad, aunque para muchos sigue siendo una de las más importantes tradiciones de esta época. La historia del nacimiento de Jesús y todos los hechos que lo rodearon son escenas que habitualmente se representan en este arte, que en Málaga cuenta con destacados representantes.

Suena a frase hecha, a tópico manido y a película de Paco Martínez Soria en Cine de Barrio, pero en muchas casas se sigue armando el Belén en el puente de la Inmaculada, como manda la costumbre, transmitida de generación en generación.

El origen del portal de Belén se sitúa en la Edad Media. En el año 1223, tres años antes de su muerte, con el permiso del Papa Honorio III, San Francisco de Asís celebró una misa de Navidad en el pueblo de Greccio, con una imagen del Niño Jesús, el buey y la mula formó un emotivo cuadro que acompañó de canciones y poesías populares. Se extendió esta costumbre, que introdujo en España, el Rey Carlos III y su esposa, María Amalia de Sajonia, que importaron la tradición de Nápoles. Los belenistas, los que convierten esta tradición en una pasión, son los máximos exponentes de esta herencia histórica.

Los datos de que dispone el belenista es el suceso en sí, y lo encuentra en dos Evangelios canónicos, el de Mateo y Lucas, o en los apócrifos, que aunque no son reconocidos por la Iglesia Católica, son más explícitos y añaden cierto número de detalles que proporcionan más ternura al nacimiento de Jesús. Estas fuentes sirven de guía a la imaginación y pauta a seguir en la escena que el belenista desea representar.

Los Reyes Magos, camino del portal.

Los Reyes Magos, camino del portal. / L. O.

Tener las ideas claras... y espacio

Para ello hay que seguir una serie de pasos que son universales. Lo primordial, antes de empezar con el montaje, es tener claras las ideas de lo que se quiere representar sobre el tablero. El belenista está en una constante evolución. Siempre innova y nunca repite de un año a otro. En muchos casos, el belén de la Navidad próxima comienza a gestarse en el mes de enero anterior, es decir, nada más desmontar el último y con todo un año por delante.

Para desarrollar la idea también es imprescindible tener espacio. Una vez que se tiene la mesa, el siguiente paso es la instalación eléctrica. Es una fase complicada y laboriosa, donde se emplean pequeñas bombillas para iluminar las casas, fuegos, que proporcionan mucha vista y realismo en hornos y hogueras, e infinitos pequeños cables que van recorriendo toda la superficie. El belenista luego utiliza una chapa de poliespán de cuatro o cinco milímetros que sirve como base y que permite cubrir desde las peanas de las figuras hasta la base de los árboles.

Las montañas

Ahora le toca el turno a las montañas. Desde hace un tiempo se utiliza un revolucionario sistema: la espuma de poliuretano, el mismo material que se emplea para aislar térmicamente los edificios, y que es moldeable y permite adoptar infitinas formas. Previamente hay que disponer una estructura de cartón. Y posteriormente, aplicada la espuma, se pinta con spray de varios colores o con pintura plástica, echándole tierra que se queda adherida y da mayor veracidad.

El agua es, quizás, una de las partes más complejas. Para hacer el río, en todas las casas se ha usado papel de plata. Los belenistas también innovan aquí y emplean poliéster, resina de poliéster y fibra de vidrio. Los motores para los ríos son bombas de achique, que dan buen caudal y parece real.

Dispuestas las montañas y el río, hay que empezar a incluir la vegetación, hacer los caminos, los carriles, los cercos... Chinos de playa, arena, distintos tipos de tierra, rocas... La playa en verano también es un buen momento para pensar en el belén y hacer acopio de material.

El uso de musgo natural es casi obligatorio. Las palmeras se pueden hacer con cartulina verde y los olivos con alambre y barro.

Las figuritas

Llega la hora de colocar las figuritas. Una cosa muy importante es que hay que darle sentido al belén, no poner por poner. Los hechos han de ser cronológicos: el sueño de San José, la Anunciación, la posada, el anuncio a los pastores, el misterio, los reyes magos... todos estos recursos para que el Belén se convierta en una catequesis plástica. Además de introducir otras escenas cotidianas, como una taberna, un secadero de pescado, el puerto... todo con el gusto más escrupuloso y fino por los detalles.