Begoña Salgueiro tenía 13 años cuando un día, mientras escuchaba la obertura de La Traviata de Verdi, comenzó a cantar y descubrió que tenía una bellísima voz de soprano. Le escuchó Julio, su padre, gran aficionado a la ópera, quien, asombrado, le preguntó: «¿Eres tú, hija?».

Así que con el paso del tiempo, la que era una veterinaria vocacional descubrió, «de forma natural», que quería dedicarse al canto. «Siempre dije que la voz me eligió a mí y no yo a ella», confiesa.

Hace año y medio que esta artista reside en Málaga capital por cuestiones familiares, y explica que ya se encuentra «integradísima»: «Soy boquerona y no me echan de aquí ni con agua caliente», ríe.

La banda sonora de su infancia, los cedés de ópera de su padre, dieron paso a una completa carrera profesional, cimentada no sólo en la Escuela Superior de Canto de Madrid y la Academia de Santa Cecilia de Roma, sino también con las licenciaturas de Humanidades y Filología Italiana. «Humanidades me pareció una carrera que cuadraba muchísimo, porque era Filosofía, Arte, Historia... y creo que un cantante de ópera tiene que tener una formación total», explica. En cuanto al italiano, le permite pronunciar a la perfección las obras de dos de sus compositores más queridos: Verdi y Puccini.

En sus comienzos, empezó por cantar zarzuela y luego pasó a las arias barrocas de Monteverdi y a las óperas de Mozart, muy aconsejables para una voz joven: «Mozart es lo mejor para un cantante joven, y no lo digo yo, lo dicen todos, porque te limpia la garganta y te educa el músculo. Es el mejor compositor del mundo y toda mi juventud me la pasé cantando a Mozart», cuenta esta extrovertida artista, que ha interpretado a la condesa de Las bodas de Fígaro y a Fiordiligi de Cosi fan tutte.Kraus, Caballé, Plácido

Ganadora de una beca Alfredo Kraus, además de cantar en un homenaje al famoso tenor canario -a quien recuerda como «un caballero y la perfección técnica»- obtuvo como premio asistir a las clases magistrales de la prestigiosa soprano italiana Mirella Freni. De ella dice que es «la cantante de la que más he aprendido porque tiene mi tipo de voz y mi articulación». También ha recibido clases magistrales de Montserrat Caballé, de quien resalta un sentido del humor a prueba de todo.

También le pone sentido del humor la cantante viguesa, que asegura que en su etapa actual ya está «en lo más cañero, en Verdi y en Puccini, que es el amor de mi vida». Precisamente, con Simón Boccanegra de Verdi actuó junto a Plácido Domingo en el Teatro Real de Madrid, en 2010. «Plácido es un dios, y lo digo de forma positiva, no he visto a artista más completo que él, pero por su carisma», subraya.

A lo largo de su carrera, ha actuado, entre otros espacios y citas culturales, en el Liceo de Barcelona, el Auditorio Mar de Vigo -que inauguró junto a Luz Casal en 2011-, la Ópera de Colonia y el Festival de Edimburgo. «Me gustaría actuar en el Teatro Cervantes, todo llegará», cuenta y resalta que su máxima ilusión al cantar «es que la gente se emocione».

De su año y medio en Málaga, asegura que se ha encontrado a «gente supersimpática, abierta y cálida». Hace dos años que pisó el freno para poder compaginar su vocación artística con la maternidad, aunque cuenta que no ha dejado de trabajar y ha estado todo el verano en el Hotel Villapadierna, mientras sigue haciendo galas. «Sobre todo me encanta la cercanía, que escuchen a una soprano cerca».

De su pasión, la ópera, es la primera defensora, por eso asegura: «No es un género de otros siglos, la ópera está viva, está ahí y forma parte de nuestra cultura», al tiempo que asegura: «Es muy difícil que la ópera no te emocione».

Entre sus próximos proyectos, la fusión entre ópera y flamenco, un arte que también le deslumbra, «porque al final, un arte tan puro como el flamenco y la ópera están hermanados. Después de la ópera, el flamenco me llega al corazón». La soprano viguesa está dispuesta a sorprender e innovar en Málaga, su nueva casa.