­El año 2016 ha sido muy potente en cuanto a música malaguita se refiere: Chambao, Tabletom -con nueva formación-, Diana Navarro y Toni Zenet lanzaron nuevos discos, llegando todos ellos a su madurez, demostrando que lo suyo no fue flor de un día. Pero por encima de todos ellos, y seguro que no se enfada ninguno de los artistas citados, se situó el joven Adrián Martín, el niño de 11 años que nació con hidrocefalia y una malformación congénita en los brazos. Su disco de debut, Lleno de vida, se convirtió en un fenómeno musical y aspiró al Grammy Latino en la categoría de mejor álbum vocal pop tradicional, compitiendo con Andrea Bocelli, Andrés Cepeda, Diego Torres y Juan Gabriel.

«Es algo muy muy grande. Ya hemos estado en América, antes incluso del lanzamiento del primer disco. Pero poder estar nominado a un Grammy es algo que nos supera. Cuando me lo comunicaron tuve que sentarme y tomar aire», nos contó Rafael Martín, el padre de tan precoz artista. Finalmente, el pequeño Adrián no se hizo con el galardón -el fallecido Juan Gabriel lo consiguió-, pero seguro que jamás olvidará su viaje y estancia en Las Vegas, donde se desarrolló la ceremonia de los galardones. Ni tampoco que Lleno de vida fuera número uno de ventas, llegando al Disco de Oro. Todo una hazaña para este niño pequeño, para quien la música le sirve de bálsamo ante las situaciones de dolor. Gracias a su talento innato y a un oído prodigioso, la hidrocefalia que padece y el haberse tenido que someter a más de quince intervenciones quirúrgicas, no han sido obstáculos para que se haya convertido en un referente que despierta admiración en todo el mundo. Cuánto ha recorrido Adrián desde aquel vídeo doméstico filtrado en Youtube en el que ensayaba junto a su hermana Sonia la canción de Rosario Qué bonito para participar en el casting de un programa televisivo. El vídeo tuvo en pocas horas casi dos millones de visualizaciones y posteriormente fue compartido por artistas de todo el mundo, convirtiéndose en lanzadera de Adrián hacia el éxito.

Los «Pablos»

Por cierto, había otros dos malagueños en los Grammy Latinos, pero tampoco convirtieron sus candidaturas en premios: ni Pablo Alborán ni Pablo López se trajeron a casa los dorados gramófonos. Sin embargo, que les quiten lo bailao en 2016. Alborán siguió viajando por el mundo con su música y López logró establecerse en el panorama musical nacional e internacional con su segundo trabajo, El mundo y los amantes tristes. La música malagueña, desde luego, suma y sigue.