­Desde que se inició este siglo XXI Limasa ha sido una continua referencia en la ciudad por su incapacidad para cumplir su principal responsabilidad que es la limpieza de la ciudad. Este año sobre Limasa se ha volcado una auténtica tormenta de situaciones diferentes que han supuesto el no va más, pero que no han servido para cambiar lo más mínimo la situación: la ciudad sigue sucia. La unanimidad es total; hasta los directivos de las empresas privadas que controlan la empresas lo reconocieron en su comparecencia en la comisión de investigación. Y es que este año ha sido especialmente convulso al coincidir varias situaciones agitando la gestión del servicio: la huelga de los trabajadores en marzo; las sesiones de una comisión de investigación sobre la empresa y la lucha por el modelo de gestión de Limasa a partir de marzo de 2017, fecha en que se acaba el actual contrato.

La huelga resultó inevitable dada la amplia diferencia entre las exigencias de la plantilla y lo que ofrecía el Ayuntamiento y la empresa y por la nula capacidad de ambas partes por acercar posturas. Fueron once días de huelga, que dejaron 6.000 toneladas de basura en las calles y una sociedad crispada por las formas poco certeras con que desde el Ayuntamiento se trató de demonizar a los trabajadores. Con todo, la huelga resultó un éxito para los trabajadores, que obtuvieron buena parte de sus exigencias: descansar sábados y domingos; vacaciones en verano y otoño y otras más.

Paralelamente en el escenario político, se puso en marcha la comisión de investigación de Limasa, un logro que los grupos de la oposición arrancaron a un equipo de gobierno que ya no tiene mayoría absoluta para oponerse. Por la comisión han desfilado todos los que tienen un protagonismo en Limasa: el gerente, el alcalde, el presidente del comité de empresa y hasta los representantes de los socios privados. La comisión no ha cerrado sus conclusiones, pero ya se puede señalar que pocas novedades ha aportado mas allá del reconocimiento de todos ellos de que la ciudad no está limpia pese a costar cada año cerca de 90 millones de euros.

El tercer elemento que ha marcado este año que concluye la situación en Limasa es el debate sobre su futuro, sobre que modelo de gestión se debe adoptar a partir de marzo de 2017 cuando concluya el actual concurso que rige desde 2001. El comité de empresa y los grupos de la oposición de izquierda en el Ayuntamiento han forjado una importante batalla en pro de la municipalización del servicio. Su principal argumento es que supone un importante ahorro de mas de 12 millones de euros. La decisión aun no está tomada. El alcalde deshoja la margarita y parece más inclinado por municipalizar la gestión, pero la última palabra está por decidir.