Rodeado de iguales, de chaquetones y bufandas, de pisotones y empujones entre una jauría impaciente a la caza del mejor vídeo. Todo ello acompañado de un ruido maquinero expulsado por unos altavoces que igual te mezclan la de Wham que tiran de uno de los grandes éxitos de Queen. Si Freddie Mercury aún estuviera con vida, de eso no cabe duda, habría denunciado al Ayuntamiento por ultraje. Para muchos el grupo británico es todavía como una especie de magisterio divino, que es mucho magisterio y gana en relevancia si se compara con la talla de la artífice del fenómeno, que no es otra que Teresa Porras. Por más que uno pensara que para todo hay un límite, el espectáculo de luces diario, con su puesta en escena y su flagrante ambivalencia de la Navidad y el consumo a mansalva, sigue congregando a miles de personas en estos días que son un poco de sangre y fuego para los claustrofóbicos. Históricamente, en Málaga, todo lo que genera un gran impacto se exagera mucho y el debate está servido. La primera conclusión a la que llegamos, pasado el umbral, es que sociólogos y antropólogos podrían haber hecho su agosto. Servirse de las luces de la calle Larios para reunir material y documentación que les permitiera escribir libros y llenar congresos para mayor gloria de la investigación humana.

No hace falta ser ni una cosa ni la otra, sin embargo, para permitirse una aproximación a lo que está pasando. Reparar en qué es lo que hay detrás de una decoración navideña que ha hecho del vivir y trabajar en el Centro Histórico una profesión de riesgo. Basta con haber reunido un poco de conocimiento de Trivial durante la época universitaria para saber que el primer sociólogo que se especializó en el comportamientos de masas fue un francés llamado Gustave Le Bon. Durante el sitio de París de la Guerra franco-prusiana, que tuvo lugar entre 1870 y 1871, éste estudió por primera vez a fondo el comportamiento de masas. Asegura Le Bon que la masa funciona como un Alien engendrado en el ser humano, y que de ella nace inevitablemente un nuevo ser. Una creación unitaria que funciona de manera diferente de la que lo hace el individuo. La masa sería más sencilla, impresionable y brutal. Más irracional, crédula y volátil de lo que lo son los individuos. No hay sitio para la inteligencia en los fenómenos de masa, concluye. Decir que la multitud es tonta suena muy a sabiduría de barra. Pero si Le Blon tiene razón (no todo el mundo llega a pregunta de Trivial), el malagueño que contempla el espectáculo de luces es menos inteligente durante el tiempo que dura, de lo que lo es el malagueño que no lo está viendo. Las luces provocan emociones, y sólo éstas mueven a la masa. Proyectar mensajes simples unidos a imágenes fuertes en bucle funciona siempre: un acusado, sin embargo inocente, en esposas. «¡Ladrón!». El mayor espectáculo de luces de España. «¡Málaga, ciudad genial!» ¿Ven? Funciona.