En los tres primeros días de 2017, Salvamento Marítimo ha rescatado a 102 personas que ocupaban dos pateras localizadas en aguas de Málaga. En ambos casos, los marineros de la Salvamar Alnitak llevaron sanos y salvos a los inmigrantes al puerto de la capital para que recibieran asistencia humanitaria antes de ser detenidos y llevados a la Comisaría Provincial para iniciar los trámites de expulsión del país que marca la ley. Como un rodillo, este protocolo se repitió el pasado año en aguas de Málaga en 18 ocasiones, tantas como embarcaciones fueron llevadas al puerto de la capital tras ser encontradas deambulando por el mar de Alborán con un total de 773 inmigrantes (635, 99 mujeres y 39 menores), según los datos facilitados por la Subdelegación del Gobierno a este diario.

La cifra no es una más. Si en primavera la Brigada de Extranjería de la Comisaría Provincial de Málaga auguró a La Opinión de Málaga un verano y un otoño muy calientes entre las orillas de Marruecos y Andalucía ante la presión migratoria detectada en el norte de África, las expectativas se han quedado cortas ante una realidad que ha pulverizado los registros históricos de la provincia. Las 773 personas que el año pasado pisaron tierra española por Málaga suponen más del triple que las 207 del año anterior y la confirmación de que la tendencia de la inmigración irregular se ha disparado desde que en 2013, en plena crisis económica, tocara fondo con 16 personas interceptadas en apenas tres embarcaciones. Se trata de un registro histórico que supera a las 748 personas contabilizadas en 2005. Desde entonces, a Málaga han llegado por vía marítima 2.972 inmigrantes. La Costa del Sol, sin embargo, no es una excepción. El litoral andaluz recibió entre enero y diciembre del año pasado a 6.099 inmigrantes vía marítima, cifra que supera a las 5.312 llegadas por vía marítima registradas en todas las costas españolas, tanto de la Península como de Baleares, Canarias y las ciudades autónomas durante todo el 2015.

Policialmente, la explicación de esta presión migratoria suma muchos factores. Málaga, por razones de distancia, vigilancia y masificación de su litoral, no es un destino especialmente buscado por las mafias que operan en Marruecos, pero a los caprichos de las corrientes y los vientos marinos y a la nula preparación de los patrones que tripulan las pateras hay que sumar una extraordinaria demanda que ha degenerado en una oferta abusiva de las organizaciones criminales. Éstas no dudan en poner en peligro la vida de los inmigrantes a sabiendas del riesgo y de que la probabilidad de que lleguen a tierra sin ser detectados es prácticamente nula.

Aprovechando que los controles fronterizos son ahora más intensos y efectivos en zonas de paso como Turquía o Libia, la ruta del Estrecho está atrayendo como nunca a ciudadanos subsaharianos procedentes de Guinea-Conakri, Camerún, Liberia, Senegal, Costa de Marfil, Ghana o Mali que las mafias lanzan desde cualquier punto de la infinita costa marroquí. Y para una mayor rentabilidad, las organizaciones apuestan claramente por la cantidad en detrimento de la seguridad, ya que la media del año pasado sitúa a 43 personas por patera detectada en aguas de Málaga, aunque hubo varios casos en los que se superó el medio centenar. Hace una década, las embarcaciones no superaban los 23 ocupantes de media, mientras que en el último lustro no llegaba a la veintena.

En 2015, esta masificación provocó la desaparición de 35 personas tras desfondar a 53 millas de Málaga una patera que inicialmente ocupaban 54 personas. Quince fueron rescatadas in extremis con vida. El año pasado, en julio, Salvamento Marítimo también llegó a tiempo a una embarcación semihundida con 52 tripulantes, algunos de los cuales ya se encontraban en el agua.

Para la presidenta de Málaga Acoge, Arantxa Triguero, esta tendencia no es más que la consecuencia de las política de cierre de fronteras. «Es evidente que esta estrategia es ineficaz. España y la Unión Europea son responsables de que sigan llegando pateras en estas condiciones o que se produzcan incidentes como el del pasado 1 de enero en la valla de Ceuta», asegura Triguero antes de instar a las autoridades a otras opciones.