­Hace tiempo que los ordenadores, las tabletas o los blogs llegaron a las aulas. La tecnología está cada vez más presente pero, ¿sabemos cómo utilizarla para mejorar la enseñanza? El profesor Julio Ruiz asegura que ahí está la clave. El grupo de investigación que dirige, junto a los profesores José Sánchez y Enrique García en la Facultad de Ciencias de la Educación, Innoeduca, trabaja para ayudar a los docentes a implementar la tecnología en el aula. Investigación al servicio de la innovación educativa.

¿Se puede decir ya que la tecnología ha revolucionado la enseñanza?

La tecnología ocupa cada vez más el espacio que debe en la enseñanza, pero lo importante es cómo la empleemos. ¿Cada vez está más presente?, sí. Pero el tema es que cada vez es más invisible, es algo más cotidiano. Antes era una fiesta en clase cuando ponías el ordenador y hoy ya no llama la atención. Ahora estamos en ese segundo paso, en cómo utilizamos la tecnología. Ya hay centros que trabajan muy bien, por ejemplo por proyectos. Pero todavía falta esa cultura, hay que darle un poquito más de tiempo. La tecnología está en proceso de revolucionar la enseñanza. Lo importante es que la revolución se haga de una manera adecuada. Yo escucho en muchos sitios «estoy utilizando el campus virtual, les dejo los apuntes ahí, en vez de en reprografía». Pero, ¿qué estamos cambiando con eso? Estamos haciendo lo mismo. Qué más nos da la tecnología si la metodología es la misma. Si hacemos que la dinámica de la clase sea distinta a través de la tecnología, entonces sí.

¿Es ese el objetivo del grupo de investigación Innoeduca?

Sí, nuestro objetivo es implementar la tecnología en las aulas de una manera adecuada. Teniendo siempre como base la pedagogía, es decir, por qué hacemos las cosas. No se trata de implementar por implementar, que es lo que hasta ahora, desgraciadamente, se ha hecho por parte de la mayoría de las administraciones. Con esa tecnología que ahora tenemos, que es fabulosa, debemos provocar cambios en los procesos de enseñanza y aprendizaje, provocar cambios en los alumnos, en su manera de aprender, en pasar de que sean pasivos en clase a ser más activos y protagonistas de su aprendizaje. Eso no es fácil por parte nuestra como docentes, porque cambiar ese rol es complejo. Pero tampoco es fácil por parte del alumno, que está acostumbrado a que se lo den todo hecho.

¿Cuáles son los obstáculos que encuentran los profesores para trabajar con métodos innovadores y que integren la tecnología?

Los alumnos toman muy bien la tecnología, se motivan muchísimo al emplearla, pero hemos notado que en muchas ocasiones les cuesta asociarla al ámbito académico. Tenemos investigaciones y artículos publicados que reflejan que los alumnos, a la hora de utilizar alguna red social en clase, la identifican con ocio y no la usan. Por otro lado, está el docente. Falta implicación por parte de las administraciones para que tiren de los docentes con planes de formación adecuados y coherentes. No solamente como se ha hecho muchísimo tiempo. Es necesaria una formación instrumental sobre cómo manejar la herramienta, pero tiene que ir acompañada de otro tipo de formación sobre cómo implementar la tecnología en el currículum. Se necesitan instrucciones que permitan esos cambios que pretendemos y no seguir haciendo lo mismo. Nos creemos más innovadores porque tenemos un blog, una cuenta en wiki y un canal de Youtube. Craso error. A lo mejor con una única herramienta, acompañada de una metodología y de una dinámica muy distinta, es más que suficiente.

¿Qué puede aportar la tecnología a la enseñanza?

Lo más básico es el acceso a la información. El que un chaval hoy en clase o en su casa, a golpe de smartphone, pueda acceder a cualquier tipo de información es una posibilidad que tiene un potencial enorme y que hay que saber aprovecharlo. Evidentemente, hay que encauzarlo de una manera adecuada, darle las herramientas para que sean capaces de seleccionar fuentes de información? Y ahí está el papel del docente.

¿Aprenden ya los alumnos de la Facultad de Ciencias de la Educación métodos de enseñanza innovadores?

Eso se pretende. Cada día les damos más herramientas. Por ejemplo, cuando hablamos de «clase invertida» practicamos con ellos.

¿En qué consiste el proyecto sobre la clase invertida o flipped classroom que está desarrollando su grupo de investigación?

La clase invertida consiste, el nombre lo dice, en darle la vuelta a la clase. Hacer en casa lo que hacíamos antes en clase y hacer en clase lo que hacíamos antes en casa. Nosotros desarrollamos un proyecto de innovación dentro de la Universidad de clases invertidas, en el que lo que hacemos con los distintos grupos que tenemos los profesores que participamos es que a los alumnos se les da el contenido de la clase previamente, a través de vídeos. En clase, lo primero es preguntar si hay dudas y qué les sugiere lo que han visto en casa. Nada de contar en plan expositivo el tema, porque lo que pretendemos es romper la típica clase tradicional. Después trabajamos las tareas en clase, es decir, la parte práctica se hace en clase. Los resultados en principio son muy buenos, aunque nos ha costado mucho porque el alumno no está acostumbrado a esto. Pero luego van viendo las ventajas. Hay una gran diferencia en cuanto a la motivación del alumnado y a la hora de llevar las clases se crea una dinámica mucho más positiva.

Innoeduca también realiza proyectos a nivel internacional.

Sí, recientemente hemos estado en Chile desarrollando un proyecto de formación con profesores de la Universidad Católica del Norte. Les hemos estado formando en cómo implementar unos simuladores de realidad aumentada en el día a día de su clase. Trabajamos mucho con Latinoamérica.

Y tienen una de las pocas revistas científicas de las facultades de Humanidades de la UMA.

La revista es nuestra niña mimada ahora mismo. Nos ha aportado mucho, aunque da muchísimo trabajo. La creamos porque vimos un déficit en la UMA, en la parte de Humanidades. Teníamos claro que queríamos hacer las cosas bien desde el principio, que los artículos que se publiquen sean científicos, experiencias educativas de innovación, pero de una manera seria. Somos muy exigentes.

Otro de los puntales de Innoeduca es el Congreso Internacional de Buenas Prácticas con TIC.

Sí, ya se han realizado cinco ediciones y ahora estamos preparando el congreso de 2017, que será seguramente en octubre, en la Facultad de Educación. El congreso nos sirve para exponer experiencias de buenas prácticas con tecnología. Una de sus características es que es interdisciplinar; se muestran buenas prácticas con tecnología en el ámbito de la medicina o en el de la ingeniería, no sólo en la educación.