Quedamos en que el tripulante del barco que fue hallado varado en la playa no había caído al mar, como creyeron inicialmente las autoridades al encontrar el velero, ni fue robado, como aseguró el hombre que lo reclamó ese mismo día ante la Policía Local y la Policía Nacional de Estepona al no encontrarlo donde lo había dejado mal amarrado un rato antes. Pero hay novedades. El rocambolesco incidente que provocó que el 12 de enero Salvamento Marítimo movilizara el helicóptero Helimer 200 y la Salvamar Vega ante una posible tragedia ha dado una vuelta de rosca más para sacar los colores a más de un uniformado, ya que el ciudadano alemán que denunció el robo de la embarcación mientras hacía unos recados en el pueblo lo había sustraído en el puerto de Fuengirola. Presuntamente. Por extraño que parezca, ninguno de los cuerpos que participó en el operativo, incluida la Guardia Civil, comprobó la matrícula y la propiedad del barco durante días, más cuando el navegante no aportó la documentación del mismo, razón por la que en el puerto de Estepona le negaron el atraque horas antes. Después de que todo pareciera aclarado y de pasar por las dependencias de la Policía Local y del Servicio de Atención al Turista Extranjero (SATE), donde le devolvieron el pasaporte que los agentes hallaron en el barco, el hombre se comprometió a devolverlo al mar y seguir su ruta hacia Gibraltar, pero simplemente lo abandonó.

Así lo asegura Franck Cablat, el auténtico dueño que denunció el auténtico robo ante la Policía Nacional de Fuengirola el pasado domingo, cuando comprobó que no estaba en su punto de atraque. «Es una locura», dice este profesor de francés de 44 años y residente en Fuengirola que hace cuatro bautizó a este modelo de Edel 2 como El Cuarentón. Franck explica que fue el lunes por la mañana, cuatro días después del hallazgo del barco, cuando la Guardia Civil de Estepona le llamó para advertirle de que un alemán había denunciado días antes el robo de su barco y que debía retirarlo de la playa cuanto antes para evitar una multa. Esa misma tarde se presentó con los papeles del velero en las dependencias del instituto armado, donde un agente también le mostró el artículo que La Opinión de Málaga publicó dos días antes. Lo leyó desconcertado y luego le acompañaron a la playa de Guadalobón. El Cuarentón seguía abandonado y Franck se llevó un nuevo disgusto. Durante esos días le habían vuelto a robar: « Faltaba el motor fueraborda, el timón, el ancla, los chalecos salvavidas, el equipo de seguridad...». Al día siguiente, el martes, volvió de nuevo a Guadalobón para botar el barco a empujones con la ayuda de los agentes de la Guardia Civil y llevarlo hasta el puerto de Estepona. Allí lo amarró hasta que se den las condiciones para llevarlo a su atraque de Fuengirola.