Dos personas han sido condenadas a doce meses de prisión y a 32 meses sin tener animales tras ser considerados autores de un delito continuado de maltrato animal. Aunque la resolución suspende por el plazo de dos años la ejecución de la pena de cárcel, la misma advierte de que dicha suspensión queda condicionada a que ninguno de los condenados vuelva a delinquir durante ese tiempo.

La sentencia, fruto de un juicio rápido celebrado recientemente en el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Vélez Málaga, considera probado el dantesco panorama que la Policía Nacional encontró la primavera pasa en una finca ubicada en la carretera de El Trapiche en la que los propietarios contaban con una explotación caprina. Sin embargo, además de 68 cabras, los agentes localizaron 8 perros y 22 equinos en «total abandono», ya que carecían de alimentación y agua diaria que provocó en muchos de ellos graves enfermedades y dolorosas lesiones. Tanto es así, que un poni tuvo que ser sacrificado un día después de la operación policial por una lesión incurable que le provocaba un dolor continuo y sin posibilidad de ser paliado en el miembro delantero izquierdo. Los veterinarios comprobaron cómo los equinos presentaban «problemas ortopédicos, oculares y dentales graves» provocados, según el escrito, por la «inacción voluntaria» de los propietarios.

Uno de los équidos mostraba una cojera en su mano izquierda, mientras que una yegua con extrema delgadez y heridas en pata y lomo, algunas ensangrentadas e infectada, además de accesos con úlceras. «La instalación contaba con corrales con grupos de animales hacinados, existiendo en uno de estos una yegua con lesiones muy graves y estado nutricional terminal, y otros dos igualmente cercanos a la caquexia (desnutrición extrema), estando otros equinos permanentemente atados, circunstancia que les provocaba estrés con agravación de artrosis en al menos un equino geriátrico». La sentencia también considera las instalaciones como peligrosas para la integridad física de los propios animales. No obstante, los equinos usaban recipientes de plástico inadecuados para la alimentación llenos de pan duro y sandías podridas y palets secos de pulpa de remolacha, mientras que también estaban expuestos a filos cortantes de chapas oxidadas, hierros, escombros, restos de alambradas de espino, mallas y excrementos en el suelo.

Perros

Respecto a los perros, la sentencia achaca a la inacción de los propietarios la desnutrición severa que presentaban los canes, uno de ellos atado de forma permanente que sufría una herida en el cuello sangrante con infección provocada por la correa. En otro punto de la parcela, los agentes encontraron otro perro con las orejas amputadas por su propietario, con una de las tibias fracturadas y los espolones en estado de putrefacción, mientras que el resto de canes tampoco tenían acceso a alimentos o agua.