En realidad este libro, Desde Málaga, Recuerdos...II, uno de los más bonitos editados en Málaga, comenzó a gestarse hace más de 30 años, cuando a Juan Antonio Fernández Rivero, economista y fotógrafo aficionado, le enseñaron una postal de Málaga, bastante normalita «y cuando la vi me quedé maravillado».

Comenzó entonces a fraguarse una colección de postales y fotografías antiguas, sobre todo del XIX, que hoy cuenta con unas 50.000 piezas y se encuentra entre las tres mejores de España.

Por cierto que la pieza más veterana es un daguerrotipo francés fechado en 1841, «y el primer estudio no se abre hasta 1841-42, así que podíamos decir que todo lo que sea de la década de 1840 es como tener un libro incunable», explica el coleccionista.

Además de Juan Antonio, el trabajo de su mujer, la bibliotecaria Mª Teresa García Ballesteros, ha hecho posible que la colección esté espléndidamente catalogada, lo que ha facilitado mucho la realización del libro, editado por Ediciones del Genal y con diseño de la hija de la pareja, la arquitecta Teresa Fernández García.

La obra, con postales desde finales del XIX a los años 40 del siglo pasado, complementa una primera parte, publicada en 1994 en la editorial fundada por el propio Juan Antonio Fernández Rivero, la histórica Miramar.

Este segundo volumen cuenta con más de 400 postales ilustradas, es decir, con dibujos o fotografías, porque las primeras postales, de la década de 1870, no contaban con imágenes. «La primera tarjeta ilustrada, de la casa Hauser y Menet es de 1892», apunta el experto. El libro incluye una reproducción de la primera postal editada en Málaga de la que se tenga constancia, una de las joyas de la colección. Se trata de la litografía de una escena taurina que salió de Málaga con destino al pueblecito alemán de Winden el 25 de abril de 1896. Tardó cinco días en llegar.

«Málaga fue una de las primeras ciudades españolas en editar postales porque en esas fechas había mucha industria y muchas empresas se dedicaban a hacer postales para su propia clientela», destaca Juan Antonio.

En cuanto a la selección de postales, además de que la inmensa mayoría no se repite con respecto al primer volumen, el coleccionista malagueño cuenta que hay mucho trabajo detrás: «Nos hemos tirado un verano codo con codo, trabajando muchísimo porque tienes que procurar que estén representados una gran mayoría de editores de postales y luego que haya una variedad de monumentos y lugares de Málaga».

Desde Málaga, Recuerdos...II no se olvida del trabajo de investigación, así que además de incluir lo que se asemeja a un precioso álbum antiguo de postales, hay una primera parte para amantes de la historia de la fotografía, con la concienzuda información de las diferentes casas de edición, que a veces eran comercios como los famosos Almacenes La Llave de calle Larios o el Colegio San Estanislao, que editaba postales para que sus alumnos internos escribieran a sus familias.

En cuanto al enfoque, María Teresa García Ballesteros recalca que «el ojo del fotógrafo no es imparcial, ha tenido una intencionalidad, pretende vender esa fotografía como la mejor cara de una ciudad, y esta ciudad tenía muchas caras, pero si te limitas a ver las postales dices: Málaga era maravillosa». En este sentido, la investigadora señala que hay muy pocas postales que reflejen la cara B de la ciudad, por ejemplo la de las fábricas, salvo si se trata de edificios hermosos como la desaparecida Casa Bevan. Hay una excepción de esa otra Málaga: «Mundo Nuevo, por el tipismo, aunque era un sitio misérrimo».

A este respecto, Juan Antonio Fernández Rivero llama la atención sobre un editor peculiar que sí retrató la Málaga que se salía de los lugares típicos: el valenciano Andrés Faber. «En plena euforia de postales, como se vendían tantas y estaban todos los temas ya ocupados, de repente te encuentras con una postal de la calle Tacón. ¿Quién venía a Málaga y se compraba una postal de la calle Tacón».

Además, muchas de las postales de Faber «son fotografías, papeles fotográficos» y no impresas de forma fotomecánica.

Una percepción equivocada es creer que las postales de época se limitaban a mandarlas personas que se encontraban de viaje en otra ciudad. «Es el correo electrónico y el whatsapp de ahora, antes de la radio y la televisión era la manera de comunicarse. Por eso mujeres de la alta burguesía se entretenían con eso y lo ves en los escritos: ‘Le solicito a usted intercambio, fulanito me ha dado su dirección, me interesa tal y tal cosa’», dice el coleccionista.

Un editor trotamundos

Otro editor muy particular fue el malagueño Rafael Álvarez Morales, que comenzó a vender postales en Hoyo de Esparteros en 1890.

El matrimonio conserva nada menos que una colección de 200 postales de todo el mundo dirigidas al editor malagueño, que se encargaba de intercambiar postales con coleccionistas extranjeros, algo muy típico entonces.

La colección Fernández Rivero incluye otras piezas curiosísimas como un intercambio de postales entre un padre malagueño y un hijo que es enviado a Alemania a estudiar ingeniería y le da varios consejos.

Lo que esta selección de postales malagueños no incluye son las postales privadas, las que hacían posible que cualquier pudiera convertir sus fotografías familiares en tarjetas postales y enviarlas. «No son tarjetas comerciales que podían comprarse en cualquier tienda, son más bien fotos y no las clasifico como postales», explica el coleccionista malagueño» .

Para Juan Antonio Fernández Rivero, «las postales, aunque al final sean reproducciones de forma automática son fotos antiguas, ventanas al pasado y las fotografías antiguas tienen un enganche tremendo».

Pese a que cuentan con esas cerca de 6.000 postales de Málaga, el matrimonio está convencido de que todavía quedan piezas interesantes por descubrir que completen la colección.

Muchas de ellas las localizan en el extranjero, en los países a donde se enviaban. De hecho, los coleccionistas llevan casi 15 años acudiendo a una de las subastas internacionales de fotografía antigua más importantes, que se celebra en un pueblo cerca de París.

El matrimonio ha vivido en estos más de 30 años de coleccionismo e investigación el auge de la fotografía antigua, pero considera que todavía queda mucho para que esta discipline artística se tome en consideración, sobre todo en Málaga.

Desde Málaga, Recuerdos...II es, además de una ventana al pasado para los aficionados a las fotos antiguas de la ciudad, la oportunidad de conocer el mundillo que fotografiaba y editaba postales para dar a conocer, casi siempre, la mejor cara de Málaga.