Gracias al Archivo Universitario de Granada, que conserva un reglamento y un precioso folleto de comienzos del siglo XX con fotografías, hoy rescatamos un centro de enseñanza poco conocido, quizás por su corta duración, pues es probable que no alcanzara las dos décadas de vida, en el paso del siglo XIX al XX.

Lo que sí se sabe es que se encontraba en lo que entonces era el comienzo del Paseo de Sancha, frente a la subida al Monte Sancha, junto a una de las casas que luego pertenecerían a la familia de Carlota Alessandri y que ocupaba una preciosa mansión de La Caleta que, con el tiempo, estuvo acompañada de otros dos pabellones.

Se trataba de una escuela privada, de nombre Academia Politécnica de Málaga, que fundó en nuestra ciudad el tarraconense Pablo Salvat Contijoch, que había nacido en Reus hacia el año 1850 o 51 y que estaba casado con la malagueña María Albert, con quien vivía en la propia academia junto con sus cuatro hijos (Isabel, Pablo, Ricardo y Elvira), además de con profesores y alumnos, aunque también hay constancia de que vivió en la calle Granada.

Los terrenos de la escuela daban al Paseo de Sancha y por la parte posterior, a la playa. Mucho se ha dicho del tópico de que Málaga dio durante muchos años la espalda al mar, pero en este caso, al menos en esta zona de la ciudad, dar la espalda era lo más aconsejable, pues los alumnos que salían al recreo a la playa, en realidad sólo tenían un estrecho pasillo cruzado por las vías del tren de Vélez y delante, unas cuantas rocas y el mar, sin rastro de playa. Para darse un baño había que caminar en dirección al Centro, donde entraba en el mar la estructura de madera de los baños de Apolo, casi delante de la azucarera de Heredia, donde hoy se encuentra el Palacio de la Tinta.

Con respecto a la academia, el archivo universitario informa de que fue fundada en 1888 y estaba dirigida a alumnos de ambos sexos. Se centrada en estudios especiales como Comercio, idiomas, asignaturas libres de varias facultades, varias especialidades de Bellas Artes y también preparaba para carreras como la militar, Correos y Telégrafos, Aduanas, Magisterio o el Banco de España, entre otras. El dato de que, posiblemente, duró menos de dos décadas lo aporta un nombramiento de 1907, en el que se informa de que Pablo Salvat, que por entonces era intérprete del gobierno civil de Madrid, es nombrado profesor de idiomas así como de esgrima y gimnasia de la naciente Escuela de Policía, que iba a dirigir José Millán Astray, el padre del fundador de la Legión.

Profesor de idiomas

Es seguro que Pablo Salvat conocía la lengua alemana, pues se ofreció para impartirla en la Escuela de Comercio de Málaga y de su interés por la enseñanza de la gimnasia da fe el espléndido y original gimnasio de la academia, situado en mitad de un eucaliptal, y que recuerda a los juegos de tirolinas actuales.

El centro privado contaba con un bonito aula de Ciencias, muy del estilo decimonónico, con aparatos científicos, colección de minerales y animales disecados. Del mismo estilo era el aula de Dibujo, acompañado por bustos y réplicas en miniatura de estatuas clásicas que los alumnos debían dibujar.

También tenía un teatro, con un fondo pintado que simulaba un telón semiabierto y una gran escalinata que daba acceso a un templo clásico.

En cuanto a los dos pabellones que acompañaban el edificio principal, uno de ellos era la enfermería y el segundo es muy probable que acogiera los dormitorios y comedores.

Además, nada más franquear la entrada de la academia por el Paseo de Sancha, el visitante se topaba con el llamado paseo de las violetas, un agradable jardincito con bancos, y ya cerca de la casa principal, con la llamada alameda principal, una pendiente que descendía hasta el mar junto al eucaliptal, donde también se encontraba la caseta del veterano portero, un viejo de barba blanca y la gorra de rigor.

Por el Paseo de Sancha, por cierto, asomaban aparatosos postes de la luz eléctrica, nada integrados con el entorno.

Como curiosidad, el fundador de la academia politécnica ingresó cuando contaba 51 años en la Escuela Superior de Comercio de Málaga, en el curso 1900-1901, pero esta vez como alumno para estudiar para profesor mercantil. Le acompañó en los estudios su propio hijo, Pablo, que entonces tenía 18 años y terminó siendo perito mercantil.

De este innovador profesor de Reus ya sólo sabemos que falleció en la capital de España en el año 1928, casi octogenario.