Aunque ya ha recibido el respaldo de la comunidad internacional y puesto a flote las que se intuyen como sus mejores piezas, el yacimiento de los dólmenes de Antequera todavía tiene muchas puertas por explorar. A la futura excavación de El Cerro del Marimacho, actualmente de titularidad privada, se une una estrategia que funciona en dos planos, el teórico, con líneas de trabajo para las universidades de Sevilla y de La Laguna, en Tenerife, a las que se unirá presumiblemente la de Málaga, y el práctico, con el cumplimiento de las recomendaciones asumidas en la candidatura por la Unesco. Esto último plantea deberes para las administraciones públicas. A la Junta de Andalucía le corresponden las obras para reducir el impacto visual del museo del sitio, que fue concebido en los noventa en una escala seguramente animada por el colosianismo de la época. El Ayuntamiento de Antequera, por su parte, tiene la obligación de embellecer y reforestar el entorno de los polígonos industriales de los alrededores, mientras que al Gobierno, a quien también se encarga la coordinación del conjunto de los trabajos, le queda pendiente liberar la vía férrea del trayecto Granada-Sevilla, que será convertida en una ruta verde para unir en línea recta la mayoría de los elementos arquitectónicos y naturales del complejo monumental y simbólico.