La solidaridad es uno de los requisitos fundamentales para ser abogado y eso lo saben muy bien los 15 letrados del Turno de Oficio de la capital que atendieron los pasados días 13 de diciembre, 1, 3 y 6 de enero la avalancha de pateras con inmigrantes subsaharianos que llegaron al puerto de Málaga después de ser rescatados en alta mar por Salvamento Marítimo. Algunas intervenciones de estos juristas se alargaron hasta las tres de la madrugada del día de Reyes y esa entrega en la asistencia jurídica de los inmigrantes quiso reconocerla ayer oficialmente el Colegio de Abogados, cuyo decano, Francisco Javier Lara, se reunió con los letrados para trasladarles el agradecimiento oficial aprobado por la Junta de Gobierno. Ellos son auténticos ángeles de la guarda para estos inmigrantes.

En la reunión, que se celebró en la sede colegial del Paseo de la Farola, el decano les dio las gracias oficialmente a estos letrados tras hacer frente a la avalancha de pateras, de forma que cada una llevaba más de cincuenta ocupantes, algunos de ellos mujeres y adolescentes. «Sé que una noche estuvisteis hasta las tres de la mañana y sin comer», dijo el decano.

Estos juristas se organizan a través de un grupo de Whatsapp cuando saben del abordaje de una patera en alta mar. Lo normal es que un barco de Salvamento Marítimo los rescate y los lleve a puerto, donde los voluntarios de la Cruz Roja y los sanitarios los atienden, les dan mantas y ropa. Luego, son trasladados a la Comisaría Provincial o a la Comandancia de la Guardia Civil, donde se les leen los derechos. Aquí entran en acción estos letrados, una asistencia que continúa si el interesado quiere pedir asilo en España.

La mayoría viene huyendo, según explicaron estos abogados, de países del África subsahariana en guerra, porque son perseguidos políticamente o porque en la nación de la que provienen son perseguidos por su orientación sexual. Incluso, hay algunos periodistas, y otros que huyen de la esclavitud o mujeres que han escapado de la trata de blancas, una situación difícil de detectar por parte de los juristas porque las víctimas no suelen reconocerlo.

En muchas ocasiones, los tienen en el calabozo hasta que los solicitantes de asilo son subidos a otra planta de la Comisaría para enfrentarse a la entrevista personal y que los agentes estudien si estas peticiones son admitidas a trámite.

Una de las cosas que piden es la existencia de traductores que hablen más idiomas que el inglés, el francés y el árabe, porque muchos de los inmigrantes sólo conocen el dialecto de su aldea o región. Asimismo, reclaman que la lectura de derechos que les hace la policía sea individual.

El diputado del Turno de Oficio, Guillermo Jiménez Gámez, señala que otras reivindicaciones son aumentar la comida y las mantas que reciben los subsaharianos durante los trámites o, incluso, crear un centro para que puedan pernoctar los solicitantes de asilo. Muchos de ellos son llevados a Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) y pasan allí el periodo legal previsto (treinta días más quince y otros quince con las prórrogas legales) sin que se les expulse o se les dé el asilo. Eso lo intentan paliar las ONG, que tienen pisos de acogida, aunque algunos de ellos acaban marchándose a otras provincias o países donde tienen familiares o amigos para poder buscar trabajo.