Nunca pensé que lo escribiría, pero Pepe París ha muerto. Y no por temida desde hace días, la noticia es menos dolorosa. Se ha ido dormido, de una forma muy diferente a la que vivió. Una existencia inagotable, sin descanso, combativa, curiosa e inquieta. Muere el esposo, el padre y el abuelo. Y un histórico joyero, heredero de una dinastía de empresarios malagueños. Pero, sobre todo, muere un santo y seña de la cofradía del Cautivo, historia viva, hasta hoy, de la corporación del Señor de Málaga, de la que era medalla de oro, consejero y hermano mayor perpetuo.

Nunca pensé que lo escribiría, pero Pepe París ha muerto. Y se hace díficil concebirlo. El pasado 11 de enero, mientras desayunaba, como siempre en Doña Mariquita junto a Luis Reina y Paco Espinosa, sufría una doble parada cardiaca y su ya débil corazón, perjudicado desde 1996 cuando le dio el primer infarto, y tras dos nuevas intervenciones quirúrgicas el pasado mes de octubre, no ha sido capaz de reponerse. Este fatal lance le ha tenido 20 días ingresado en la UCI de Carlos Haya, donde fue operado nada más llegar. Pepe era todo pasión. Todo corazón. Y por culpa del corazón, ha fallecido.

Trinitario y del Cautivo, una historia de amor que empezó cuando solo contaba con cinco años de edad y descubrió a la imagen, de la mano de su madre, un Lunes Santo en la calle Carril. El magnetismo ha durado desde entonces. Pepe París ha muerto. Con 72 años. Y con él se va una historia importantísima de la cofradía de la que fue hermano mayor 17 años en dos etapas distintas. Durante su mandato, entre otras cosas, se inauguró la casa hermandad en 1983. Muchísimos proyectos sacados adelante con astucia, con ingenio e inventiva y con la ayuda de muchos colaboradores a los que supo sacar ayuda cuando la cofradía más lo necesitaba. Sin embargo, el mejor momento de su vida cofrade, según él mismo reconocía, se produjo el 21 de octubre de 2000, con la coronación canónica de la Virgen de la Trinidad.

Su vocación de servicio a la hermandad quedó siempre de manifiesto, hasta en la última frase que le escuché solo dos días antes del infarto. "Si quieres me lo traes y a ver cómo lo solucionamos", me dijo.

Pepe París ha muerto y lo ha hecho de forma muy injusta. El mismo día en que iba a jubilarse tras toda una vida de trabajo. Desde los 14 años formaba parte de La Suiza, establecimiento pionero del Centro, inaugurado por su abuelo en 1946. Estaba en la calle Santa María, hasta que en octubre de 2015 se vio afectado por el final del alquiler de renta antigua y tuvo que trasladarse unos metros más allá, en la calle Sánchez Pastor. Una verdadera referencia en el sector, que de alguna manera también pierde a un histórico.

Pepe París empresario y cofrade. Pero también peñista, fundador de El Sombrero, creía que "to el mundo es güeno". Era como María Clarillas, no tenía pelos en la lengua, y eso le hizo ser víctima de la incomprensión, en algunos momentos. Enamorado de las tradiciones de Málaga, directivo de extinto CD Málaga, madrugador, asiduo cada mañana al paseo marítimo para cumplir su ritual de hacer varios kilómetros a pie porque era bueno, observador, cercano y desde el pasado mes de agosto, Malagueño Popular, distinción otorgada por la Asociación Recreativa El Portón, durante la última Feria.

Ha muerto Pepe París. Y el Cautivo y Málaga se quedan algo huérfanos.

El funeral por París será este miércoles, en la sala 20 de Parcemasa, a las 18:00 horas.