El futuro de la Unión Europa, la irrupción de los populismos en distintos países miembros y los posibles efectos del brexit ocuparán el debate de la cumbre bilateral entre España y Francia que se celebrará el 20 de febrero en Málaga. Con la presencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y de su homólogo francés, François Hollande, la capital ejercerá por segunda vez en su historia como anfitriona para poner de relieve los lazos que unen a España con el país vecino. En 2002, bajo la presidencia entonces de José María Aznar, y con la asistencia del exmandatario francés Jacques Chirac, Málaga ya acogió otra cumbre entre ambos países.

Si en 2002 la misma estaba manchada de antemano por la catástrofe del Prestige, en esta ocasión la cumbre del 20 de febrero se celebra en un creciente clima de incertidumbre política. A los quebraderos de cabeza propios en el seno de la Unión Europa, hay que sumarle también la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump. Sus movimientos y sus actuaciones al frente del despacho serán sin duda analizados por Rajoy y Hollande. En el caso de Francia, a esta incertidumbre externa también hay que sumarle una incertidumbre interna, pues la cumbre se celebrará a pocos meses de que Francia celebre unas elecciones generales, y en las que todo apunta a un previsible cambio en el Ejecutivo.

En este sentido, otro de los puntos a debatir será la amenaza que supone en estos momentos para Francia la ascensión del Frente Nacional. Las encuestas sitúan a la formación que preside Marine Le Pen en una situación en la que podría llegar, incluso, a gobernar en el país vecino. La formación de Le Pen representa a la perfección el actual movimiento eurófobo que campea por Europa y que se ha visto incrementado por la propia crisis de los refugiados.

La cita brinda una oportunidad perfecta para ambos líderes de lanzar un discurso común en favor de Europa y será seguramente la última aparición de Hollande en terreno español como presidente de la República. El todavía líder de los socialistas franceses no opta a la reelección en las presidenciales de su país en mayo.

Con la lupa puesta en Málaga, se trata de una nueva ocasión inmejorable para colocar a la ciudad en el punto de mira. La decisión de trasladar la cumbre a la capital de la Costa del Sol parte de la propia Moncloa. El Pompidou ejerciendo como atlante simboliza como ninguna otra institución la buena relación entre Málaga y el país galo. El Muelle Uno será, sin duda, uno de los marcos elegidos para poner de relieve la vinculación de la ciudad con Francia. Otro de los agraciados con esta cumbre será el propio alcalde, Francisco de la Torre. El regidor ha repetido en muchas ocasiones la predilección que siente por un país que ya visitó mucho antes de iniciar su carrera política. En 1960, De la Torre protagonizó una estancia en Francia para ampliar sus estudios universitarios.

Primera cumbre en tres años

La última cita bilateral que celebraron España y Francia se remonta a 2014. Este parón se explica por la situación de interinidad del Gobierno español que se prolongó y durante la que la actividad internacional quedó reducida a la mínima expresión. De no celebrarse ahora, las elecciones en el país galo volverían a retrasar una reunión que históricamente se ha celebrado anualmente.

Además de asuntos de ámbito internacional que afectan a toda la Unión Europa, se espera también que la cumbre permita avanzar en dossieres bilaterales en los que ambas partes tienen intereses comunes y que no se prestan a vaivenes según el color político de los gobiernos que están en el poder, como es el caso de la lucha contra el terrorismo o las interconexiones de transporte y energéticas. Además, podría ser una oportunidad para hablar de episodios de agresiones contra camiones españoles que se suceden con cierta periodicidad en territorio francés, y que en los últimos tiempos tienen como objetivo las exportaciones de vino español a granel.