Los bolígrafos de los 560 compromisarios de Ciudadanos siguieron en su gran mayoría el camino marcado. Por si acaso, para los más despistados, los nombres junto a los que había que poner una «X» estaban resaltados en verde. Por favor, aparten de sus mentes que lo que se estaba votando era a los candidatos que debían conformar el nuevo consejo general de Ciudadanos. Para qué negarlo, el verde se ha granjeado a lo largo de la historia la fama de representar todo lo bueno que se asocia a la gama de colores. Una suerte de progreso ligado al semáforo que se pone en verde y se traduce en avance, y que explica que casi nadie haya tenido el cuajo de oponerse a votar a favor de quienes integraban la lista de España Ciudadana. Si a ello le sumamos que dicha lista, además, contaba con el aval del propio Albert Rivera, los ocho nombres que aparecen en blanco dan ciertamente la impresión de ser un poco como el aire, que es de todos, pero a la vez de nadie.

Así, sin apenas oposición interna, el partido ha logrado armar un consejo general integrado por miembros afines a la ejecutiva que debe vigilar. Entre ellos, ha entrado con fuerza la facción malagueña. Cuando Juan Cassá se despierta ahora, ve como se ha convertido con todo el esplendor en el candidato más votado de la provincia.

La vieja idea de que Ciudadanos era un partido que se dividía en clanes cobra fuerza cuando se analiza el nombre de los malagueños que le acompañarán en esta misión de ejercer de perro guardián interno: Juan Carlos Maldonado, Guillermo Díaz, Vicente Sánchez y Teresa Pardo. Fuera ha quedado Irene Rivera. Y con su ausencia, la imagen de una mujer que caía bien en el partido, con una preparación sólida de funcionaria de Estado, y con licencia para volar alto en la jerarquía interna. El propio Maldonado, antaño muy cercano a la piloto de helicóptero, le ha dado la espalda y ahora viaja con el grupetto de Cassá. Su puesto como alcalde de Mijas le obliga a mantenerse cercano al poder y es el portavoz de la formación naranja en el Ayuntamiento de Málaga quien tiene la conexión directa con Fran Hervías. En el caso de Díaz, no se espera que le vaya a poner palos en las ruedas a quien le ha colocado en unas listas que ahora le permiten ver la vida desde el Congreso de los Diputados. Un dedazo que contó con una fuerte oposición interna, aunque el joven diputado ha sabido ganarse el respeto de mucha gente dentro del partido con su trabajo diario. El mismo respeto que él le tenía a Teresa Pardo, cuando le sugirió que se había fijado en ella para que formara parte del proyecto de Ciudadanos en Málaga. En esta película perfecta para los que se están haciendo con las riendas de la formación en la provincia, también tiene un papel, aunque de actor secundario, Vicente Sánchez. El hasta ahora subdelegado territorial es el único que no sustenta un cargo público. No es, en consecuencia, nada descartable que revalide su caro orgánico porque si no, ¿qué sentido tendría que formara parte del consejo general? La asamblea destinada a establecer el futuro rumbo del partido ha dejado al descubierto también el descontento de algunos. Para Gonzalo Sichar, que defiende con brío la democracia interna, lo del fin de semana pasado no ha sido más que vender humo. Él no forma parte del club y asegura que tampoco quiere. Por ello, su mente está cada vez más desvinculada del proyecto, aunque en su guión no se contempla la posibilidad dejarlo todo. Significaría también dejar de ser el portavoz de la formación en la Diputación, y eso es algo a lo que no está dispuesto. ¿Pero en qué estaba pensando cuando creyó en la democracia interna dentro de los partidos? Como si lo aprendido en UPyD no hubiera sido ya suficiente.

En paralelo, Ciudadanos ha bloqueado su página embrionaria de movimientociudadano.es. Allí es donde se fijaban las bases de pureza, se hablaba de transparencia y no de listas marcadas.