Ernesto Fernández Sanmartín saca el metro, abraza el tronco del almencino para medir el perímetro, a 1,10 de altura, y es como si midiera a un hijo y comprobara, feliz, que ha pegado el estirón. «Cien centímetros», informa satisfecho.

Se encuentra en el Paseo del Parque, a comienzos de esta semana, y tras la medición otea el cielo para ver cómo se recorta la copa desnuda, pero perfecta, de uno de estos árboles de hoja caduca, que justo en estas fechas cumplen diez años en el suelo de Málaga.

El nombre científico es Celtis australis,en muchas partes de España es conocido como almez, nada menos que el árbol, en árabe (plural, almeces), aunque en Málaga se conocen popularmente con el nombre del fruto, el almencino, utilizado como proyectil con la ayuda de un canuto por muchas generaciones de niños, con la excepción, quizás, de esta última generación que no se despega de la pantalla.

Este biólogo malagueño, académico de número de la Academia Malagueña de Ciencias, tiene en su haber, junto a un equipo de biólogos de Málaga, el fastuoso jardín tropical de la estación de Atocha, gestado pese a las reticencias de Renfe y del arquitecto Rafael Moneo. En 2006, acompañó a varios técnicos del Ayuntamiento y a la empresa restauradora del Parque a un vivero en Azzano Décimo, a pocos kilómetros de Venecia, para supervisar la compra de unos 130 almencinos, de los que diez años más tarde se conservan 128.

Ejemplares de 8 años

Lo de irse tan lejos a comprar unos árboles autóctonos del Mediterráneo no fue una frivolidad, pues se buscó que estuvieran crecidos y no había en España almeces de tanto tamaño. «Entonces tenían 8 años, llegaron con un perímetro de tronco de entre 40 y 50 centímetros los más pequeños y entre 70 y 80 los más grandes», cuenta.

Los 130 almencinos sustituyeron a plátanos de sombra que se alternaban con palmeras canarias en los dos laterales del Parque. En lo que respecta a la Academia Malagueña de Ciencias, estudió si ir sustituyendo los plátanos de forma paulatina, reponerlos en bloque o sustituirlos por jacarandas o almencinos.

«Los plátanos de sombra lo pasan fatal con las podas, las jacarandas pierden la hoja en abril, echan la flor y vuelven a recuperar la hoja pronto, había que recuperar el diseño original del Parque, con árboles de hoja caduca como los plátanos, que en invierno dejan pasar el sol y en verano dan sombra, y por eso se eligió el almez», resume Ernesto Fernández Sanmartín, que señala que a la misma conclusión llegó el Ayuntamiento.«Bóveda, en tres o cuatro años»

El biólogo malagueño calcula que «en tres o cuatro años», comenzarán a cruzarse las ramas de ambos lados de cada lateral y se formará una bóveda con una agradable sombra en verano. Por cierto que destaca que no se plantaron en el espacio entre cada palmera sino entre cada dos, «a tresbolillo», para dejarles espacio para crecer. En la actualidad, hay plantados 61 en el lateral norte, el de la Cortina del Muelle y 67 en el lateral sur.

En el vivero italiano se eligieron los mejores ejemplares, que fueron transportados en grandes camiones, cada uno de ellos con cuatro árboles como máximo.

Los almencinos llegaron con el cepellón protegido con tela metálica, el tronco con arpillera y la copa recogida con cintas. Se plantaron entre enero y febrero de 2007 y en cuanto al balance, pasados estos diez años no puede ser mejor: «Creo que en todo este tiempo se habrán secado uno o dos, ha sido un éxito», señala el académico. En su opinión, hay que evitar a toda costa podar por sistema estos árboles: «Sólo alguna rama que se tronche, pero nada más», para que la copa mantenga su preciosa silueta todo el año, también en invierno. Y eso sí, con buenos cuidados hay almencinos en el Parque de Málaga para rato: «Pueden vivir 200 o 300 años», asegura.