Málaga es este miércoles el escenario elegido para resaltar esa presuntuosa convivencia de tradición y modernidad que reivindican algunos de los más estupendos para el progreso de la ciudad, y que hoy están de enhorabuena con la visita de Felipe VI. Es verdad que hay datos objetivos que permitirían argumentar que la monarquía representa un anacronismo arcaico, pero también los hay para afirmar que un político de segunda no mejoraría a quien sería entonces el último de su estirpe. La capital de la Costa del Sol es una de estas ciudades que siempre se vuelca con la visita del monarca. Hace mucho que Felipe VI tenía pendiente una visita a Málaga, que es lo que siempre se repite cuando lleva tiempo sin venir. Iba a ser para el bautismo de fuego del Museo de Málaga pero la burocracia de su agenda lo impidió. Lo visitará hoy, una vez que haya inaugurado el Foro Transfiere en el Palacio de Ferias. Ante la expectación que se está generando, cabe recordar que la semana que viene también llegan a Málaga Mariano Rajoy y François Hollande, bien se podría afirmar que la capital está cogiendo una carrerilla que ni en sus mejores sueños.

La cita con el Rey también es un reto para todos los involucrados. El comité de organización lleva varias semanas trabajando en su visita y cursando invitaciones institucionales. Habrá alcaldes, presidentes, empresarios y muchos medios. Conforme a las nuevas reglas, se ha decidido que los periodistas no pueden estar en dos sitios a la vez. O Foro Transfiere o Museo de Málaga. La sorpresa, al conocerse la noticia, fue absoluta. Pero la burocracia es para todos y hubo que abrir la confidencialidad en canal, despiezando el DNI hasta la siempre incómoda fecha de nacimiento para lograr una acreditación. Para ser honestos, una visita del Rey siempre es un acto heroico para los que tienen que trabajar. Hay que estar 45 minutos en el lugar del acto y eso es mucho para una profesión la que se siempre se va con la lengua fuera. Los cacheos son especialmente escrupulosos y los hombres del pinganillo empiezan a cavar tan profundo que se palpa que viven su trabajo de forma pasional, pero que a uno se le acelera hasta el pulso. Hubo quien en la previa aludió a su condición de republicano para librarse, a lo que se le contestó que en todo caso se le podría pixelar la cara si salía en una foto colateral. El programa de contraste a tanto jaleo está a 46 kilómetros y se podría llamar equilibrio sobre el abismo. Vencejos salen disparados de la profundidad. Planean sobre la estrecha plataforma de madera que se encuentra perdida y colgando en una pared de piedra gigante. Un pellizco en el estómago por el que ya se han acercado de todos los rincones del planeta hasta el Desfiladero de los Gaitanes. Comentan que por motivos de seguridad es complicado que Felipe VI pueda visitar el Caminito del Rey. Nadie debería estar privado de poder disfrutar de esta maravilla. Menos, quien con su nombre ha puesto en marcha la locomotora.