Parece un chico corriendo con dos perros a sus pies. Al lado una fuente que parece dar un poco de color a la plaza de Uncibay. Muchos niños juegan a su alrededor, alguno se apoya en la escultura o se hace una foto graciosa. Pero, ¿qué hace ahí? ¿Quién es? En realidad es una pieza de un relato escultórico que empieza en la confluencia de la calle Beatas con Granados. Una fuente a dos caras con referencias mitológica que su autor, el escultor José Seguiri, maneja con soltura.

La remodelación de la plaza de Uncibay en 1989, que eliminó gran parte del tráfico y el aparcamiento que había allí, trajo a pleno Centro el relato mitológico griego de Acteón, que como suele ser habitual, suele contar una tragedia con ciertos tintes de crueldad, avisando sobre las miradas indiscretas.

Acteón fue un incauto que miró con lascivia a Artemis (Diana en la tradición romana) cuando ésta se bañaba desnuda en un lago junto a sus doncellas. Artemis (Diana), que se había consagrado a la virginidad y era una fiera cazadora, se vengó haciendo que los perros de Acteón lo persiguieran y lo matara.

Este relato comienza en la fuente de la calle Beatas, con dos caras y que Seguiri tituló 'El baño de Diana'. La que cara que da a la calle Beatas tiene cinco cabezas de perro, en referencia a los 50 perros de Acteón. La otra cara de la fuente, que da a la calle Granados, representa la entrada de Acteón en el baño de Diana, violando la privacidad de ese momento y origen de la tragedia. A partir de ahí surgía un canal de agua, ahora cegado, que recorría la calle Granados hasta la fuente en la plaza de Uncibay, donde culmina el relato en tres actos.

Ese tercer acto es el desenlace de la tragedia, que Seguiri representa con Acteón corriendo con dos de sus perros atacándole junto a otra fuente.

Otra referencia mitológica

La plaza de Uncibay cuenta con otra escultura, junto al monolito que hay cerca de la calle Calderería en la que José Seguiri representa 'El rapto de las Sabinas', uno de los relatos mitólogicos claves de la leyenda fundacional de Roma. El hombre que se lleva a una mujer en brazos cuenta cómo los romanos secuestraron a las mujeres de una tribu vecina, los sabinos, para resolver la falta de mujeres que padecían.

Este secuestro dio lugar a una venganza de los sabinos sobre los romanos al cabo de dos años, que estuvo a punto de provocar una guerra entre las dos tribus y que fue parada en último momento por las mujeres, que se interpusieron entre los dos ejércitos y propiciaron la paz y la alianza entre las dos tribus.

El nexo de unión de ambos relatos es el papel protagonista de las mujeres, en el primero es Artemis/Diana que defiende su dignidad con fiereza y crueldad. En el relato de las Sabinas, son las mujeres, inicialmente víctimas, las que se convierten en fomento de la paz y la unión de dos pueblos enfrentados, superando la tragedia y convirtiéndola en oportunidad de reconciliación.