Leopoldo Jiménez dormía plácidamente hasta que el fuerte repique de las gotas de lluvia le desveló. Encendió la tele y esperó a que la tromba de agua aflojara para volver a conciliar el sueño. Sin embargo, no lo hizo. A las 4 y media de la madrugada las luces se apagaron y un fuerte ruido le hizo levantarse. «Pensaba que era un relámpago. Un relámpago a lo bestia», cuenta. La acera que había al lado del edificio Parque situado en la calle Flamencos se había derrumbado y un muro había caído justo en la pared de su dormitorio. «Cogí las zapatillas, al perro y la chaqueta que estaba justo al lado de la puerta y salí», dice.

Una vez en la calle se encontró con todos sus vecinos. «Llamamos al 112 para avisar de que había un corrimiento de tierras y que la acera se había derrumbado», dice al tiempo que recuerda cómo tuvo que cambiar el coche de su vecina para evitar que se cayera. El suyo ya yacía en el interior del agujero de 25 metros de altura.

«Vimos como el suelo se iba desprendiendo poco a poco», cuenta el hombre que, desde una ventana de su domicilio, fue testigo privilegiado de cómo caían dos jóvenes al interior del terraplén. «En ese momento no había luz en la calle y volvimos a llamar al 112 para informar del accidente».

Tres casas inundadas

Aunque los técnicos de los Bomberos aclararon durante la mañana de ayer que el edificio no corre ningún peligro, muchos de los vecinos decidieron pasar la noche fuera. «Hay tres casas afectadas por las inundaciones», repite Leopoldo, que cuenta que su bañera se ha movido de sitio y que es imposible pasar a su dormitorio. «Fue la noche más tremenda de mi vida. Nunca había tenido miedo de morir», asevera horas después.

En su domicilio no hay luz ni gas. «Hemos visto a los operarios de Emasa pero Endesa no ha pasado por aquí», cuenta su hermano, que se despide de él cariñosamente antes de volver a su hogar. Leopoldo durmió anoche en un hotel y espera recuperar su coche y su casa lo más pronto posible.