De pequeña formaba parte de ese club de lectores voraces que leía con linterna en la cama, al tiempo que cada semana devoraba las novedades infantiles que llegaban a la librería de su madre.

Todas esas lecturas hicieron de Viruca Yebra (Sarria, Lugo) una periodista todoterreno y, como bromea, la única delegada del Gobierno (gallego) que se mantuvo en el puesto, primero con los populares y luego con los socialistas.

Residente en Marbella desde hace décadas, cuando encontró el amor por el encargo del diario ABC de que escribiera crónicas de verano en la Costa del Sol, una convalecencia en cama de diez días hizo que comenzara a fraguar El fuego del flamboyán, su primera novela. «Como no podía hacer nada, empecé a darle vueltas a la cabeza y a elucubrar un plan, de pequeña ya era muy fantasiosa», cuenta.

La obra, una historia de emigración gallega en Cuba, ha sido publicada por la editorial Almuzara y fue presentada ayer en el Museo Carmen Thyssen por el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el catedrático de Literatura y escritor Miguel Gómez Yebra y la periodista Natalia Gutiérrez Espejo.

El fuego del flamboyán, que tiene detrás tres años de trabajo, parte de una historia familiar verdadera, que tiene como protagonista al abuelo materno de la autora, que con 15 años tuvo que emigrar a La Habana, hizo una pequeña fortuna y a los diez años decidió regresar a Galicia para buscar esposa y formar una familia. «Él era un hombre elegante, guapo, atlético, siempre en un caballo maravilloso que a mí me fascinaba. En una fiesta conoció a mi abuela y se gustaron», destaca.

La trama coral de esta obra ambientada en la II República esconde además «una gran historia de amor», cuenta Viruca Yebra. Aparte de esa historia familiar con la que arranca, uno de los puntos fuertes del libro es el entramado de personajes sustentados en testimonios reales, aunque novelados. «He ido entrevistando a muchísima gente, ha sido una labor periodística, de investigación, con personajes reales que me cuentan su historia. Yo creo que lo que a la gente más le engancha es que la realidad supera a la ficción», argumenta. Esa labor le ha permitido, por ejemplo, recrear la vida en la Cuba de los años 30 en los detalles más pequeños: vocabulario, compras, bebidas, pastelerías, lugares de esparcimiento de la clase media habanera...

Viruca Yebra, que confiesa estar enganchada a las series de televisión, está convencida de que El fuego del flamboyán puede ser una excelente serie, por el juego de personajes que ofrece, entre otros atractivos.

De momento, ya cuenta con el respaldo de los lectores, pues ha salido la segunda edición y está teniendo importantes ventas la versión digital.

La autora lucense cree que su novela de ida y vuelta puede compararse con obras como las de María Dueñas o Luz Gabás. «No me veo a la par que ellas ni en fama ni en ventas pero sí en escritura, son novelas muy parecidas, costumbristas, que son las que más me gustan y es lo que he hecho».

Tras El fuego de flamboyán, Viruca Yebra quiere seguir creando más mundos literarios. Como en su infancia.