­Nueva contrariedad para la inversión extranjera. Tanto para la más inmediata, que es la que mueve el turismo, como para la que tiene el norte en las operaciones inmobiliarias y en el mercado de la segunda residencia. En este caso, circunscrita a dos países, pero de influencia creciente por su debilidad por la Costa del Sol y el ritmo de crecimiento de sus economías. En los últimos meses rusos e iraníes han visto entorpecidas sus relaciones financieras con la provincia. Y, además, por motivos distintos, que van desde la aparición de nuevas complicaciones burocráticas a la desconfianza de la banca española, que sigue sin fiarse de Irán pese al levantamiento de las restricciones políticas y de las sanciones internacionales.

Ricardo Bocanegra, abogado experto en extranjería y presidente de la Federación de Asociaciones de Extranjeros de la Costa del Sol, cuenta con preocupación que son cientos de personas las que han tenido que lidiar con nuevas y complejas condiciones en sus planes de aterrizaje en Málaga, ya fuera a la hora de comprar una vivienda o de pasar una temporada de vacaciones con la familia. En lo que respecta a los rusos no ha habido problemas con la adquisición de propiedades, pero sí con las autorizaciones para las estancias turísticas, enmarañadas por recientes cambios en el funcionamiento del consulado y muy especialmente por las exigencias introducidas por la Unión Europea.

Las dificultades con los visados comenzaron precisamente con los nuevos requisitos comunitarios, que obligan a los solicitantes a asistir a los centros de tramitación y a aportar junto a la documentación alguna prueba de identificación biométrica. Generalmente la huella dactilar y extraída bajo supervisión administrativa. Un imperativo difícil de satisfacer en un país como Rusia. Y no sólo por sus dimensiones y su dispersión geográfica, sino por la manera más popular de obtener las autorizaciones en el país, casi siempre negociadas de forma masiva y mediante intermediarios -las agencias de viajes se ocupaban en muchas ocasiones, junto a especialistas, apoderados y representantes legales-.

La exigencia de la presencia física y de la huella dactilar coincide además con un momento de incertidumbre generado por el cambio reciente de la empresa

contratada por el consulado para las gestiones. Un servicio que España delega en una firma externa y cuyo cambio de adjudicataria ha provocado que cierren más de una treintena de oficinas con autorización para expedir los documentos. Según Ricardo Bocanegra, se ha pasado de contar con una red eficiente a apenas una terna de centros concentrados en las ciudades más pobladas y de mayor actividad diplomática. «Los ciudadanos antes podían conseguir su visado sin desplazarse y ahora tienen que viajar cientos de kilómetros. Es un riesgo para la industria turística», explica.

En cuanto a la inversión iraní, Bocanegra alude a una queja compartida con numerosos despachos de abogados y empresas de asesoría. Especialmente, desde la llegada de empresarios del país con alto poder adquisitivo y ganas de hacerse con propiedades en la costa. Un interés frenado en seco por el recelo de las entidades financieras españolas, que están rechazando el dinero procedente de Irán, sin que exista ninguna advertencia internacional ni justificación normativa. «Se niegan a abriles cuentas, no aceptan sus avales. Y en muchos casos ni se molestan en comprobar si el origen del dinero es confuso», resalta. Un doctrina Trump que está frustrando operaciones de compraventa y que el letrado anima a reconsiderar teniendo en cuenta el cumplimiento estricto de la ley, pero actualizada, sin exageraciones ni prejuicios.

El abandono del pulso nuclear y la normalización de los vínculos comerciales ha proporcionado un nuevo lugar internacional para Irán y para su economía, que poco a poco va a arrojando al mundo a bolsas de población con capacidad de consumo y, sobre todo, una gran vocación de apertura. La Costa del Sol ha llamado la atención de este tipo de inversores, que, de acuerdo con el especialista, focalizan buena parte de sus compras en Benalmádena y Fuengirola.

El capital iraní llega a Málaga, si bien bajo la mirada escéptica de la banca, que ha desconcertado a muchos inversores. «Algunos me comentan que han viajado mucho y que España es el único país del mundo en el que los bancos no aceptan dinero», reseña Bocanegra.

Para los rusos, sin embargo, el problema no está en la mentalidad, sino en el nuevo entramado consular, que llega en un momento de especial sensibilidad para la provincia, que estaba consiguiendo recuperar el mercado, enfriado en los últimos años por los vaivenes del rublo y la errática política exterior de la administración de Putin. Si este revés burocrático acabará por pasar factura a la llegada de viajeros es algo que se observará de cerca en los próximos meses. Rusia es uno de los países emisores que más interesa a la Costa del Sol, tanto por su capacidad de crecimiento como por su tendencia al lujo, altamente verificada en los últimos años en puntos como Marbella.