El acusado de asfixiar a una mujer que ejercía la prostitución en la calle Alemania de la capital, el 3 de enero de 2016, e incendiar después el piso aseguró ayer, en el juicio ante el Tribunal del Jurado que se sigue en la Ciudad de la Justicia, que «la conocía de trabajar en un chiringuito, era amiga mía, me da mucha pena lo que le ha pasado, no era cliente habitual suyo, era sólo amistad».

Admitió que aquel día fue a su vivienda y mantuvieron relaciones sexuales, pero luego se fue. Es decir, ello implica que niega que la asfixiara usando una correa de perro mientras practicaban la asfixia erótica, estando ella en la postura del «perrito, dice el fiscal; también implica rechazar que luego buscó el dinero que ella tenía en la casa, que la llevara hasta el cuarto de baño y la colocara en el agua para fingir su suicidio y que luego incendiara el piso. De hecho, las primeras informaciones sólo hacían alusión a un incendio en la calle Alemania, pero cuando la policía llegó halló el cadáver de la mujer, de nacionalidad colombiana.

En el juicio, el procesado reconoció que vivía del contrabando de tabaco y que debía dinero a varias personas. Un hombre, de hecho, llegó a ir a casa de sus padres para reclamarle la deuda. A preguntas del fiscal sobre si mantuvo relaciones sexuales con la mujer, contestó: «Sí, estábamos en la cocina, me hizo sexo oral, luego en el salón estuvimos un rato, una cosa normal, me limpié y me fui». El fiscal, consciente de que la mujer estaba en la postura del «perrito» cuando cree que el procesado la asfixió, le preguntó por ello, a lo que el encausado reconoció: «Sí, entre otras posturas», aunque insistió en que no usaron la correa del perro. Sobre la asfixia erótica, llegó a decir: «Yo nunca he practicado ese sexo con ella». También indicó que en varias ocasiones le dejó dinero.

Su defensa le preguntó por si eran amigos, a lo que respondió que sí. El procesado también explicó que ella tenía clientes violentos, y que en un par de ocasiones le vio «morados». Asimismo, explicó que la fallecida tomaba cocaína, incluso «diez gramos al día», pero él ya no lo hacía. También señaló que ella tenía marido y dos hijos en Colombia y aquí también había conocido a un hombre, al igual que a gente del contrabando de tabaco. «No me dijo quién, pero siempre se quedaba callada de miedo».

Su abogado, en la presentación al jurado, desveló claramente la estrategia de defensa: que no hay pruebas para incriminar a su cliente y que podría haber sido cualquier otro cliente de la fallecida. «No se han investigado otras llamadas», subrayó, para añadir después: «Se han descartado líneas de investigación de forma arbitraria», en el sentido de que otras llamadas que tenía la víctima en su móvil no se han estudiado, lo que podría revelar la identidad de otro asesino.

La Fiscalía pide para el acusado 37 años de prisión por robo, incendio y asesinato, aunque de momento él lo niega todo.