­Además del sobresaliente cum laude y mención internacional, su tesis doctoral en español e inglés, que aborda los peligros del turismo de masas en Málaga y compara la situación con la ciudad costera británica de Plymouth, al arquitecto Daniel Barrera acaba de valerle el premio extraordinario del doctorado. Responde a las preguntas desde México, pues trabaja en la Universidad Benito Juárez de Oaxaca. Su impresionante currículum no le ha valido en España.

¿En qué consiste el premio?

Se otorga a la mejor tesis doctoral por cada Programa de Doctorado. Se da máximo uno al año pero para que se abra el concurso tiene que haber al menos 10 tesis en el programa que hayan obtenido la calificación máxima: cum laude. Si en un año no hay suficientes tesis con esa calificación, se acumula hasta que haya 10.

Al recoger el premio en su nombre, su padre, Juan María Barrera, resaltó la paradoja de que para seguir investigando, tiene que irse al extranjero.

Este caso es uno más de gente con una gran preparación que no ha encontrado un hueco en España y ha tenido que buscarlo en el extranjero. Una tesis doctoral es un trabajo de años en el que mucha gente ha invertido su esfuerzo y su tiempo. La paradoja es que ese beneficio lo está aprovechando otro país, y si sumamos mi caso al de tantos investigadores que se han formado en los últimos años podemos decir que España se ha convertido en una fábrica de científicos que a menudo acaban trabajando en puestos en los que no pueden sacar partido de todas sus capacidades, o tienen que irse a otros países donde sí son valorados.

¿Cómo ha sido formarse como arquitecto en mitad de la crisis?

Terminé la carrera en 2007 en la Universidad de Sevilla. En cuestión de meses se esfumó prácticamente todo el trabajo y es cuando decidí volver a Málaga y monté mi propio estudio. Fue muy difícil hacerse un hueco tras haber vivido fuera varios años y en las circunstancias del momento, con los precios de los proyectos y el prestigio de la profesión por los suelos. Había que hacer de todo y eso es lo interesante porque aprendí mucho, pero las condiciones eran muy precarias y era difícil asentarse desde el punto de vista personal, así que tenía claro que no podía durar así muchos años, y decidí seguir formándome estudiando un máster, el doctorado, idiomas y cursos de especialización y ahí empleé lo que ganaba haciendo proyectos. La crisis también implicó un recorte contundente a las becas y los contratos de formación y no quedó más remedio que pagarse los estudios uno mismo.

¿Sigue estando complicado volver?

Yo creo que sigue igual. Prácticamente nadie de mis compañeros de la facultad trabaja como arquitecto y de la gente que hizo el doctorado cuando yo, muy pocos realmente trabajan como profesores o investigadores.

Su tesis es de 2014, ¿ha cambiado mucho el panorama?, ¿es Málaga ya un parque temático del turismo?

Sí, efectivamente podemos decir que el parque temático se ha consolidado. Se ha dado carta blanca para que se abran negocios turísticos sin poner límites, algunas calles y plazas están llenas de mesas, por varias de ellas es agobiante pasar debido al ruido y al hostigamiento de los jóvenes que te invitan a pasar a los bares. Málaga se ha volcado en el turismo y en el espectáculo inmediato y ya estamos viendo algunas consecuencias, por ejemplo los museos franquicia creados y sostenidos con dinero público que no reciben el número de visitantes previsto y, como están pensados como atractivo turístico, su utilidad como equipamiento cultural para los malagueños es cuestionable.

¿Qué alternativa propone?

En lugar de ello se podría fomentar y apoyar más a los creadores locales y mejorar otro tipo de servicios e infraestructuras que se han dejado olvidados. Los usos turísticos se han insertado en el Centro a toda costa, y como consecuencia ha ocurrido una trágica pérdida del patrimonio, especialmente visible en los hoteles que requieren un gran volumen. El caso del Hoyo de Esparteros fue paradigmático, ya que se desprotegió el edificio de La Mundial, diseñado por Eduardo Strachan Viana-Cárdenas, el arquitecto de la calle Larios, y se pretendía construir encima de una calle. Afortunadamente parece que este proyecto ya se va a desechar definitivamente pero ha aparecido otro en el horizonte, el nuevo hotel del puerto, que de llevarse a cabo supondrá la distorsión del paisaje que se tiene hacia el mar y desde este hacia la ciudad y en la línea de costa.

Varios colectivos de vecinos del Centro dieron la voz de alarma por lo que consideran excesos de la hostelería.

La Asociación de Vecinos Centro Antiguo lleva años haciendo estudios y dando a conocer el problema del ruido. También hay informes sobre el exceso de ocupación por parte de las terrazas de los bares, y no son solo las mesas, sino también las carpas, estufas, carteles, etc. Ya hay algunas plazas en las que no te puedes sentar si no es para consumir, como las del Obispo, Uncibay y Las Flores. Esto es privatizar el espacio público y no es lo que se esperaba al peatonalizar el Centro, se supone que las calles iban a dejar de ser de los coches para ser para las personas, pero al final resultaron ser para los bares.

¿Se acabará la gallina de los huevos de oro?

El fenómeno que está viviendo Málaga no lleva tanto tiempo y no será eterno. El turismo se rige por la novedad y hay mucha competencia, continuamente hay que crear nuevos atractivos para mantenerse en el candelero, si no, hay que bajar los precios. Un punto débil de Málaga es que se ha basado en un producto genérico, como los museos franquicia y el ocio, con lo que compite con muchas ciudades que siguen la misma estrategia. Personalmente, a corto plazo pondría freno a la apertura de nuevos hoteles y llevaría a cabo un control efectivo de los apartamentos turísticos ilegales.

¿Qué podemos aprender del Reino Unido?

En Inglaterra se aplican soluciones interesantes, como prohibir en algunas zonas saturadas la transformación de viviendas en apartamentos y la financiación compartida de los servicios públicos extraordinarios. Por ejemplo, la zona turística requiere una inversión mayor en limpieza, gestión de residuos, iluminación, señalización, seguridad, transporte y organización de eventos. El refuerzo de los servicios públicos lo soportan todos los malagueños, también las molestias como la congestión, el ruido y el encarecimiento de algunos productos, sin embargo los beneficios revierten principalmente en los negocios. Para ello lo que se hace es que sean los propios negocios los que aporten el gasto extra que demandan.