Antonio Herrera abandona estos próximos días a sus 66 años la dirección del sindicato CCOO en Málaga, en el que ingresó en los 70 y que encabeza como secretario general desde 2004. Histórico de la lucha obrera, Herrera se jubiló en 2014 de su plaza de enfermero en el SAS aunque en su faceta sindical decidió continuar al frente de CCOO para cumplir en su totalidad los cuatro años del que ha sido su tercer y último mandato. El 22 y 23 de marzo se celebra el XII congreso provincial del sindicato que elegirá a su sucesor y al que se presentan de momento dos candidatos: Fernando Muñoz y Alfonso Galisteo.

¿Cómo lleva estos últimos días al frente de CCOO?

Con mucho trabajo en diversos temas pendientes como la situación sanitaria y hospitalaria de Málaga o en cuestiones internas del sindicato, con reuniones en Madrid y Sevilla. También he estado preparando el informe de gestión de mi ejecutiva que expondré en el congreso provincial. Me siento emocionado, con palomitas en el estómago. Llega el momento de la despedida pero no es un adiós completo. Seguiré toda mi vida vinculado a CCOO como sindicalista de base y a su disposición, ya sin ninguna responsabilidad, para lo que necesite de mi experiencia o conocimientos.

Llevamos prácticamente diez años de crisis aunque la mayoría opina que lo peor ha pasado ya y que estamos en recuperación ¿Comparte esa visión?

Hablamos de recuperación y esta semana nos ha dado un palo la OCDE diciendo que se dan los mayores niveles de desigualdad y pobreza debido a la crisis y al modelo de relaciones laborales que se está haciendo. Estamos saliendo de la recesión a costa de la desregulación del mercado de trabajo, que provoca beneficios para los empresarios pero no para los trabajadores, que han perdido entre un 15% y un 30% de poder adquisitivo en sus salarios durante estos años. Por contra, los beneficios empresariales han subido un 15% en este tiempo. Esto era un objetivo de la reforma laboral del PP. Dijeron que la reforma quería recuperar el trabajo fijo y combatir la temporalidad pero la realidad es que abarató el despido y se bajaron los salarios.

¿Saldremos entonces peor parados aunque la situación económica mejore?

La crisis ha sido una estafa para la sociedad porque se ha usado como coartada para aplicar el pensamiento neoliberal que en los 80 impulsaron Reagan o Thatcher. Ese pensamiento domina ahora políticamente el mundo, también Europa. Y tiene tres factores clave: uno, que los ricos sean cada vez más ricos y que haya una clase media que se ha empobrecido; otro, que se ha impulsado el individualismo en la contratación y se ha roto el marco de relaciones laborales; y por último se busca que el Estado cada vez gestione menos, lo que está desmontando la sanidad y la enseñanza pública o la protección social.

Usted empezó en el mundo sindical en los años 70. Echando la vista atrás y sabiendo todo lo que se ha conquistado. ¿Considera que hay un retroceso laboral respecto a hace unos años?

Sin lugar a dudas. Desde los años 80 las sucesivas reformas laborales han ido recortando progresivamente los derechos que en Europa se impulsaron tras la Segunda Guerra Mundial y que aquí en España empezamos a disfrutar con la Democracia. Pero las dos reformas más duras fueron la de Zapatero en su etapa final y la última del PP. En general, la industria fue bajando desde los 80 y se apostó por sectores como la construcción y el turismo, que generan empleo intensivo pero temporal y de bajos salarios. Y ahora tenemos un modelo de relaciones laborales totalmente distinto al de 2007, cuando empezó la crisis, con una gran involución de derechos.

Hay un descrédito y un desapego hacia los sindicatos mayoritarios en relación a hace unos años. Han perdido poder e influencia en favor de movimientos ciudadanos ¿a qué lo achaca?, ¿han cometido errores?

Hay que distinguir algunas cuestiones. Un movimiento que empezó de forma muy interesante y que vivió un gran auge fue el 15-M pero unos años después parece que hemos pasado de indignados a resignados. Pero es cierto lo del desprestigio de los sindicatos. Y viene de tres vías. Una es por errores del sindicalismo: las tarjetas black de Madrid. Se ha expulsado a los responsables pero el daño estaba hecho. Otra es el tema de los ERE en Andalucía, donde hay que recordar que no hay ningún sindicalista de CCOO imputado. En este tema a los sindicatos se nos ha puesto en el punto de mira solo por participar en los comités de empresa. Y por otro lado está la propia crisis, que ha abaratado el despido y propiciado una bolsa de paro que nos quieren hacer ver como algo normal dentro de las leyes del mercado. Se ha desregulado y eso ha pasado también factura a los sindicatos. Nos están haciendo volver a un modelo laboral como el del siglo XIX: hoy trabajas tú y mañana otro.

¿Qué piensan hacer ante esta situación?

Algo que se estudiará en este congreso. Es necesario adaptar el sindicato a las nuevas circunstancias, lo que no significa asumirlas. Tenemos que adaptarnos a este nuevo marco desregulador de leyes laborales para ver de qué forma combatirlo. Pero insisto en que el proceso de caída de afiliación a los sindicatos no ha venido tanto por el desprestigio sino por el paro. El número de delegados sindicales ha bajado porque hay menos empresas. Pero si vemos los resultados de las elecciones sindicales observamos que CCOO es el primer sindicato de Málaga con más de 3.000 delegados. Y sumando a UGT, sumamos entre los dos el 75% de la representación. Creo que lo del desprestigio es más algo mediático que real.

Pero hay muchos trabajadores que no se sienten representados por los sindicatos.

Puede ser, pero ¿cómo contactas tú con los trabajadores cuando el 93% de los contratos que se firman cada mes son temporales?, ¿cómo te vinculas a un chaval que trabaja cinco horas aquí, luego allí y luego desaparece? Es un mundo algo complicado. Las empresas con menos de cinco trabajadores no tienen elecciones sindicales. Esos trabajadores no tienen defensa. Y sabemos que donde hay más nivel de irregularidades laborales y de explotación es en aquellas empresas donde no hay representación sindical. Hemos planteado al Gobierno cambiar la ley para que los sindicatos mayoritarios podamos representar a esos trabajadores pero nos dicen que no.

¿Le ve futuro al sindicalismo?

Sí, el sindicalismo no va a morir, se llame CCOO o haya que inventar otro. Pero sindicalismo habrá mientras haya trabajadores. Hay alguna generación que se está perdiendo en el campo laboral, como pueden ser aquellos trabajadores a los que la crisis les pilló ya con una edad. Pero ya empieza a haber repuntes de movilización por parte de gente joven que hasta hora nunca se había movilizado.

En relación a Málaga, usted lleva insistiendo desde hace mucho en la necesidad de diversificar el tejido productivo de la provincia. Recientemente han participado en la constitución del Pacto por la Industria firmado a nivel andaluz. El caso es que el modelo productivo no parece haber cambiado en demasía. ¿Siente en lo que a usted le compete algo de fracaso por esta situación?

Cuando uno predica en el desierto, da alternativas y propuestas y el poder las ignora también fracasa, claro que sí. Te vas con la espina de pensar que tu provincia, tu comunidad autónoma, tu país, tienen una capacidad de crecer y una riqueza que se estrangula porque no hay empresarios, en muchos casos lo que hay son aficionados. Ojalá hubiera más empresarios de verdad, bienvenidos sean, que invirtieran, que no estuvieran dependiendo de subvenciones, que cuando recibieran ayudas las multiplicaran. Solo con la construcción y el turismo no vamos a ningún lado. En el mejor año turístico se han perdido salarios en la hostelería y hay muchos trabajadores temporales. Hacen falta sectores que generen más empleo estable y de calidad, con formación, sentido de pertenencia y vinculación a la empresa. Es una clave de competitividad. La precariedad hace que el trabajador no se vincule, te usan y te tiran. Debemos diversificar nuestro modelo productivo. Cuanto más tardemos, en peores condiciones estaremos. El Pacto por la Industria que se ha firmado en Andalucía es algo positivo porque ha nacido del consenso con los agentes sociales pero habrá que ver cuál es la apuesta de la Junta en materia de financiación y si hay voluntad por parte de los empresarios. Estaremos vigilantes.

Los empresarios, la patronal, siempre han sido los antagonistas de los sindicatos. ¿Cómo se lleva usted personalmente con ellos tras tantos años de relación?

Con la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) y con algunos empresarios mi relación no es sólo cortés sino en muchos momentos también de lealtad. Hemos accedido a muchos sacrificios cuando hemos visto que era necesario por la difícil situación de las empresas. Hemos tenido buena relación porque ha habido un buen diálogo. Estamos satisfechos y puedo decir que me iré con amigos entre los empresarios. Pero ojo, también le digo a la CEM y a la CEA que no vayan por el camino que dice la CEOE, que está pidiendo que los salarios no suban más de un 1,5%, o que hay que hacer una regulación sobre la huelga (para que así no hay huelgas ) o flexibilizar más el mercado. Ése no es el camino. Ése es el camino para la confrontación.

¿Cuál ha sido su peor momento como sindicalista?

Hemos tenido que tomar medidas duras para sobrevivir, incluso un ERE que se aplicó a nivel andaluz en el sindicato en el año 2013. Me sentí muy mal. Fue mi peor momento en mi mandato y en toda mi trayectoria porque parece una contradicción siendo sindicalista. Pero al menos se hizo con el acuerdo con los representantes de nuestros propios trabajadores. Salieron 21 personas. Pero era necesario. Esta semana, cuando acabe mi mandato, podrá decir al nuevo equipo de dirección que les dejo un sindicado saneado, sin deudas, con equilibrio presupuestario absoluto. Y también el primero de Málaga en cuanto a afiliados (casi 32.000) y representación sindical, y con prestigio entre las instituciones y los trabajadores.