El robo de casi 170 kilos de droga en el depósito que Sanidad Exterior tenía en el puerto de Málaga se produjo en la madrugada del 13 de noviembre de 2011. Hasta mayo de 2012, la investigación no avanzó mucho, pero el instructor que llevó las diligencias asegura que a partir de ese momento sí empezaron a realizar averiguaciones significativas. Lo primero que se hizo fue solicitar a las compañías los datos de tres antenas, ubicados en sitios clave del golpe: junto al recinto portuario y en dos polígonos, uno donde se quemó la furgoneta empleada en la sustracción y otro donde se robó. Los registros apuntaban a más de 160.000 comunicaciones.

El investigador que lideró las pesquisas declaró ayer en el marco del juicio que se sigue contra los cinco acusados en la Audiencia Provincial de Málaga, para los que la Fiscalía pide más de 80 años de prisión por el robo de casi 170 kilos de droga, 133 de ellos de cocaína de calidad. En total, la sustancia sustraída, que escondieron y que aún no ha sido localizada, habría alcanzado en el mercado ilícito un valor superior a los cinco millones de euros.

No sólo eran llamadas, sino todo tipo de comunicaciones (correos electrónicos, por ejemplo). Los investigadores cruzaron los datos y se quedaron con los números que se repetían en las tres antenas. Es lo que se llama una triangulación telefónica. Vieron que seis de esas cifras se repetían, que eran teléfonos con una vida corta y que sólo hablaban entre ellos. En uno de los terminales móviles, había 80 llamadas ese fin de semana de noviembre de 2011, precisamente a números de otros acusados (son cinco, en total, aunque en el golpe participaron más que no han sido localizados).

Así, se supo que se trataba de los cinco implicados y, a la vez, esos datos los situaban en escenarios clave del golpe: el puerto, el polígono industrial la Huertecilla, donde se quemó la furgoneta, y el de San Luis, donde fue robada. Hasta llegar a los cinco protagonistas del golpe, la policía estableció primero la cifra en 20 números.

Los investigadores también usaron las imágenes de las cámaras de seguridad de un edificio ubicado frente a la salida del puerto. Asimismo, se localizaron dos coches que, luego, fueron seguidos mediante las grabaciones de otros dispositivos ubicados en el recorrido hasta donde se abandonó y se quemó la furgoneta.

En relación a la titularidad de los móviles, este policía indicó que figuraban a nombres de pakistaníes «para quitar el rastro de quién pudo comprar o usar esos terminales», y añadió que con los movimientos registrados en las cámaras y relacionados con los móviles, los agentes pudieron deducir qué teléfonos iban en cada uno de los coches (un Mazda y un Porsche Cayenne).

Cuando huían hacia Madrid, sede de la base de la banda, un radar cazó a uno de los vehículos a una velocidad de entre 190 y 200 kilómetros por hora, y la Guardia Civil paró a uno de los automóviles en Zafra (Badajoz). En el maletero, llevaban, por ejemplo, unos inhibidores de frecuencia, lo que reflejó el agente en un informe. La Policía Nacional preguntó al instituto armado por qué los paró. Uno de ellos era uno de los acusados, viejo conocido de la policía y ahí pudieron atar cabos.

Dos agentes del instituto armado indicaron ayer que la cámara de seguridad que conectaba la garita exterior del depósito fallaba «bastante» y el día de los hechos se averió. Además, los registros de coches que salían del puerto eran «aleatorios» y que en ese momento había un tránsito frecuente de furgonetas porque el recinto estaba en obras. Los cinco acusados negaron haber estado en Málaga el día del golpe y explicaron que vinieron a la provincia en agosto de 2011 de vacaciones, aunque la fiscal considera que estaban preparando el asalto, aunque ellos dicen que no se acercaron al almacén.