Aunque rondan los 25, Laura Chaparro y Loida Núñez llevan desde los 13 años ligadas a Integración para la Vida (Inpavi). «Me empecé a enganchar porque había un taller con el que íbamos a visitar a los niños en el hospital que tenían cáncer», cuenta Laura, hoy responsable de comunicación de Inpavi. En el caso de Loida Núñez, confiesa que le «encantó» el voluntariado, hasta el punto de convertirlo en su profesión y hoy es educadora social en Inpavi.

Integración para la Vida es una asociación sin ánimo de lucro fundada en 1983 en México por el mexicano Luis Sagarra, como brazo social de la entidad religiosa Centro de Vida Cristiana, aunque como resalta Laura Chaparro, «es una ONG totalmente independiente que acepta a personas de cualquier religión, sexo o raza».

Con presencia en varios países, hace 21 años el propio Sagarra fundó la sede de Málaga en La Corta, un local alquilado a la Junta de Andalucía que tras sucesivas ampliaciones tiene unos 800 metros cuadrados.

Desde entonces, atiende las necesidades sociales de la barriada y mucho más, porque como precisa la educadora social: «El 40 por ciento de las personas que nos piden ayuda son de La Corta pero el resto es de toda la ciudad de Málaga». De hecho, les gustaría expandirse con un segundo local en otro punto de la ciudad.

Mañana sábado, Inpavi pone en marcha uno de los cuatro repartos de alimentos que suele realizar al año. Comida no perecedera para los próximos tres meses para 350 familias, además del reparto de 2.000 prendas de vestir y 20 enseres de bebé.

Con la ayuda de Bancosol, campañas de recogida de alimentos en supermercados y donaciones particulares, pueden realizar estos repartos, que cuentan con la ayuda de una importante red de unos 300 voluntarios.

Pero otro de los pilares de Inpavi es complementar esa ayuda con otra más completa a la familia en forma de talleres formativos todo el año. «Pensamos que la transmisión intergeneracional de la pobreza se consigue con educación. Intentamos marcar la diferencia para que los niños de este barrio puedan tener una educación que les permita, en el futuro, estudiar, acceder a una profesión y salir de la situación de exclusión que les permita una vivienda fuera de aquí», comenta Loida Núñez.

La educadora social detalla que, entre los talleres que ofrece Inpavi, están los de prevención de la violencia de género entre adolescentes y conductas destructivas como el acoso escolar o en las redes sociales, el de refuerzo educativo y programas de inserción laboral.

Y una tercera característica de Inpavi es que una parte importante de los voluntarios son beneficiarios de la ONG, como la mozambiqueña Elina Macuacua. Además de buscar empleo -ha sido cocinera y limpiadora entre otros trabajos-, Elina cuenta: «Aquí recibo ayuda para mis cinco hijos y por eso decidí hacerme voluntaria para ayudar». En el caso del voluntario Andrés Suárez, confiesa que su «sueldo» es «la gratificación de ver que las personas se van satisfechas de aquí».