Los bancos continúan con su constante proceso de clausura de oficinas y han cerrado ya casi 580 sucursales en Málaga desde que arrancó la crisis, lo que supone más del 40% de las que llegó a haber abiertas en 2008, fecha que marcó el tope histórico en cuanto a red total de las entidades financieras. Según los últimos datos del Banco de España, correspondientes a diciembre de 2016, en la provincia quedan ahora 829 sucursales operativas, con lo que la cifra de oficinas ha vuelto a los niveles que se manejaban en 1996. En el último ejercicio se han clausurado casi 80 y la tendencia a la reducción tiene todos los visos de prolongarse durante los próximos años, según explican en el sector.

Las motivos que explican esta dinámica son variados. La causa principal es el proceso de reducción de costes y de ajuste de estructuras que iniciaron las entidades financieras hace ya ocho años a partir del estallido de la crisis y que se aceleró a raíz de las múltiples fusiones de entidades que se produjeron en el sector, aunque fuentes financieras también aluden a la arrolladora incidencia de las nuevas tecnologías, que han provocado que cada vez más clientes realicen su gestiones desde el ordenador o el móvil y hayan dejado de acudir a las sucursales. La consecuencia es que los bancos han ido cerrando las sucursales de su red con menor rentabilidad.

Con estas cifras, Málaga se sitúa entre las provincias españolas donde se ha registrado un mayor número de cierres de oficinas desde que arrancó la crisis, sin duda también porque, debido a su nivel económico y poblacional, es también una de la zonas que alcanzó una mayor red de sucursales. En este sentido, la provincia malagueña se sitúa sexta. Barcelona es la primera en cierres con casi 3.000 clausuras que dejan el total en algo más de 2.900 mientras que Madrid ha suprimido 2.500 y se queda con unas 3.600. En Valencia se han cerrado 1.120 oficinas (quedan ahora 1.521), en Alicante 719 (ahora tiene 1.051) y en Sevilla 588 (permanecen 940).

El parque de sucursales en Málaga experimentó un gran aumento entre 2000 y 2008 coincidiendo con el inicio de la fase más expansiva de la economía y del sector constructor. Los bancos y las antiguas cajas de ahorro incrementaron en ese periodo un 53% su red de oficinas en Málaga, gracias también al desembarco de muchas entidades de otras regiones que acudían a competir por el goloso pastel hipotecario que se movía en torno a la burbuja inmobiliaria. El advenimiento de la crisis acabó con ese ciclo expansivo.

Una tendencia con recorrido

Tanto entre los economistas como en el propio sector bancario se reconoce que el proceso de clausuras puede tener aún bastante recorrido, dado que los bancos seguirán ajustando la red de sucursales aplicando para ello criterios de rentabilidad. Tampoco se descarta que en el futuro pueda producirse una nueva oleada de fusiones, lo que podía llevar al solapamiento en una misma zona de oficinas que hoy día son de bancos distintos. Por otro lado, en 2016 también se han producido ajustes en alguna entidad en concreto, caso del Banco Popular, que en el tramo final del pasado año anunció el cierre de 300 oficinas en España. En Málaga, las clausuras previstas eran 21, de las que al menos 14 se han aplicado ya.

Los expertos aducen que el cierre de oficinas responde a la necesidad de la banca de recortar costes para mantener la rentabilidad en una coyuntura marcada por los bajos tipos de interés y los bajos márgenes bancarios. A ello se une el avance de la banca digital. El Colegio de Economistas de Málaga ha señalado en varias ocasiones que la tendencia a la contracción del parque de oficinas es «imparable». De hecho, la aplicación de los criterios de rentabilidad ha provocado que haya ya 17 pequeños municipios malagueños (un 16,5% del total de 103 que componen la provincia) que no tienen ya ninguna sucursal, lo que obliga a los vecinos a desplazarse a otros pueblos para realizar alguna gestión en la que quieran ser atendidos de forma presencial. Se trata de municipios de pequeña población y situados en la Serranía de Ronda y en la Axarquía.

Según el Colegio, los bancos están tratando de paliar la ausencia de oficinas en estos enclaves con la introducción de la figura del agente financiero o de la corresponsalía, puestos en ambos casos desempeñados por personas que trabaja como autónomos y que se encargan de asesorar a los clientes sobre los servicios y productos de la entidad.

Fuentes del sector bancario coinciden en que el futuro parece caminar en esta dirección en el caso los municipios de menor población. «En localidades de menos de 2.000 habitantes la decisión de las entidades es transformar el servicio de oficinas hacia la estructura de agentes financieros allí donde resulte viable, y cerrar donde no sea posible y se considere que el negocio nunca va a ir para arriba», dicen. También se insiste en la menor afluencia de clientes a las oficinas para realizar operaciones hasta ahora habituales. «Uno de cada cuatro clientes opera ya habitualmente en banca electrónica y banca móvil. Cada vez son más los clientes, especialmente los más jóvenes, que no demandan oficinas sino tecnología», alegan.