Lo que no se podía imaginar Lidia Balbuena es que los efectos de la tromba de agua del pasado 19 de febrero, además de destrozarle muebles y derribarle el muro trasero de su casa en La Mosca, en la calle Santa Gema, iba a tener que pagarlos, en buena parte, de su bolsillo.

Cuando el Consorcio de Seguros todavía no le ha sufragado la reparación del muro original de ladrillo, ha recibido una carta de la Gerencia de Urbanismo, en la que le da un mes para reponer el muro, pero de hormigón. «El Ayuntamiento se lava las manos, las obras valen 30.000 euros y si no reponemos el muro nos sancionarán con diez multas, así se las gasta», dice. A su lado está Miguel Moreno, el propietario colindante, también afectado, que recuerda que «aquí estuvo el concejal de Seguridad, Julio Andrade, (también de Málaga Este) con dos o tres policías y me dijo que no me preocupara, que el Gobierno se encargaba de todo». En su caso, el Consorcio sí cubre los gastos.

Los dos propietarios, al igual que la asociación de vecinos, achacan la debilidad y desplome del muro a una calle, justo arriba, sobre el muro, que como algunas en La Mosca, es terriza y está llena de hierbas.

«Como el Ayuntamiento no limpia, está llena de matojos, ¿cómo va a pasar el agua por aquí?, esto ha hecho que vuelquen los muros», lamenta Andrés Plaza, de la asociación de vecinos.

Como explica Antonio Pino, presidente de la asociación de vecinos, en muchas calles del barrio son los propios vecinos los que barren, limpian e incluso hormigonan la calle, ante el vacío municipal, aunque a veces, el hartazgo es tan grande que hacen huelga de brazos cruzados, por si el Consistorio reacciona.

Uno de los ejemplos más llamativos lo encontramos en la calle Obispo Pacheco de Córdova, con un tramo central de diez metros, en cuesta, que es un terrizo con hierbas por el que los vecinos tienen que ascender con mucha dificultad. Para la asociación de vecinos, carencias como esta han provocado el desplome del muro, y creen que no lo debería costear la propietaria.

Camino de Paredes

La asociación de vecinos también quiere llamar la atención sobre la enorme inseguridad jurídica de un triple cruce: el Camino de Paredes con las calles Casimiro Martínez Funes y Amargura, porque esta última conduce a la vecina Ronda Este, además de al Cerrado de Calderón. La proximidad de colegios como el León XIII o La Biznaga complica el panorama, «sobre todo a las 9.30 y a las 5 de la tarde», cuenta Enrique Martín Aguilar, vecino del Camino de Paredes, que se une a la asociación para pedir señales de limitación de velocidad, un badén y pasos de cebra, además de aceras, que faltan en un tramo.

La concejala socialista Estefanía Martín Palop recordó ayer que ha reclamado al distrito medidas de seguridad porque se ha convertido en uno de los caminos más transitados para la autovía, «y cualquier día puede haber un accidente». «Hay que reducir la velocidad porque es una zona residencial y hay niños», añadió.