«¿Los romanos qué nos han dado?», dice un personaje en la película La vida de Brian, y a continuación responde su audiencia con una catarata de novedades que le hizo la vida mejor.

El biólogo Ernesto Fernández Sanmartín, miembro de número de la Academia Malagueña de Ciencias, pone este ejemplo para recordar la revolución que para la vida diaria en América supuso la llegada de plantas y animales del otro lado del charco, por parte de los conquistadores españoles.

Este aspecto, así como la también importantísima aportación americana de plantas y, en menor medida, de animales a Europa se analiza en Plantas de ida y vuelta, la muestra que hasta el 28 de abril puede verse en la Sociedad Económica de Amigos del País, organizada por la Academia Malagueña de Ciencias.

La exposición sirve, entre otras cosas, para desterrar tópicos como que el café sea de Colombia y la caña de azúcar, americana. Son dos productos que llevaron a América los españoles, quienes por cierto tuvieron la genial idea de añadir azúcar al chocolate. «Me hago una idea de la cara que pudo poner Colón cuando le dieron el primer chocolate sin azúcar, debió de pensar que era una pócima imbebible; luego te vas a Inglaterra o Suiza y se creen que han inventado el chocolate», comenta el académico.

La exposición cuenta con carteles explicativos, plantas y semillas para conocer mejor este intercambio entre América y Europa. «Los sioux cazaban a pie hasta que consiguen domesticar los caballos asilvestrados que habían traído los españoles», recuerda el coordinador, al tiempo que subraya que España llevó a América plantas y animales desconocidos como perros, gatos, vacas, cabras, caballos, cerdos, ovejas, burros, el trigo, el arroz, el café, la cebada, la rosa, el clavel, la caña de azúcar, el jazmín, la naranja, el limón, garbanzos, lentejas, guisantes...

Plantas de vuelta

Y del lado americano -las plantas de vuelta- por supuesto, otra cantidad ingente de novedades que, como resalta Ernesto Fernández Sanmartín, hizo posible que el gazpacho incorporara su producto más señalado, al igual que la pasta italiana: el tomate. ¿Y qué sería la manteca colorá sin el pimiento, otra aportación americana?, se pregunta el biólogo.

Como caso curioso, otra de las grandes novedades, la patata, no tuvo mucho éxito al inicio en España: «Era una cosa insípida, la batata en cambio está dulce y se popularizó más», comenta.

Judías, habichuelas, cacahuetes, girasoles, el maíz, el algodón, el aguacate, el chirimoyo, el tabaco, el pavo, la cobaya... La lista americana es casi tan larga como la aportación de los españoles. Y por supuesto, el académico y biólogo llama la tención sobre la flora ornamental de Málaga, una ciudad que perdería buena parte de su encanto sin las plantas y árboles originarios de América: barrilitos, jacarandas, árboles del coral, bauhinias, magnolios, acacias de flores blancas, falsos pimenteros, palmeras guachintonias, magnolios y cipreses.

La muestra también analiza el importantísimo papel de los jardines de aclimatación para las plantas recién llegadas a España y, del otro lado del Atlántico, las tempranas y ambiciosas expediciones botánicas de naturalistas españoles. La primera de ellas dio lugar a la Historia General y Natural de las Indias Occidentales en veinte volúmenes, gesta realizada entre 1526 y 1527 por el científico y cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo. Historias de ida y vuelta en las que todos salimos ganando.