­Es oficial. Arranca la temporada alta. Ya sin recurrir a subidas imprevistas, a variaciones felices y extemporáneas. Con un programa de mano, que, al menos en la teoría, consiste en aportar las mejores cifras del curso, de sujetar, en suma, al grueso de la industria turística. Y que este año parte con la difícil tarea de emular los espectaculares resultados de 2016, cuando se dinamitaron todos los registros históricos.

La Semana Santa, apenas iniciada, volverá a ejercer de nuevo de frontera, marcando el rumbo de un ejercicio, el de 2017, que ya muchos sitúan en la misma línea que el anterior, aunque no exento de amenazas. La más importante, por su contenido financiero y simbólico, la contención del mercado nacional, que ha pasado de suponer un antídoto para los años más duros de la crisis a reprimir el cómputo global. Sobre todo, si se contrasta con el comportamiento de los extranjeros, que son ahora de los responsables del crecimiento, con repuntes continuos, de momento aún válidos para compensar la depresión puntual de los españoles.

Aunque todavía es pronto para hablar de la consolidación de una tendencia, los primeros indicios apuntan a que será complicado frenar la pérdida de clientes nacionales, acentuada durante este invierno. Después de varios cursos de equilibrio, la Costa del Sol regresa a la polarización, a las dos velocidades. El mercado internacional, apoyado en la caída de la competencia, avanza y parece no tener límite; el español retrocede. Según los datos que maneja la patronal hotelera, Aehcos, en torno a un 5 por ciento en pernoctaciones. Un descenso que se añade al contabilizado entre octubre y febrero, la época más dura del año, que se saldó con un nuevo cisma en la evolución de unos y otros. De los más de 5 millones de estancias del periodo, más de 4 obedecieron a reservas efectuadas por turistas extranjeros. En el sector no hay nadie que crea que el decaimiento del mercado nacional pueda poner en peligro la racha positiva de la que disfruta el destino. Sin embargo, tampoco se quiere ni oír hablar de menoscabo.

Luis Callejón, presidente de Aehcos, insiste en la importancia del turismo español. Tanto por su actual impacto económico, de más de 4.200 millones al año, como por su peso específico en la Costa del Sol, donde siempre ha sido protagonista. «Son nuestros principales clientes», puntualiza. Un liderazgo que para el responsable de la patronal bien merece un esfuerzo extra en promoción. Sobre todo, en lo que respecta a la captación del público potencialmente interesado en algunas de las actividades que componen la oferta de la costa. «Hay que ir a por los que ya nos conocen, subrayar las posibilidades complementarias», expone.

Las previsiones con las que trabaja Aehcos son, en cualquier caso, moderadas y realistas. El objetivo, dado el poco tiempo de maniobra, es poner freno a la pérdida de turistas. Que la temporada alta funcione como punto de inflexión, como hora cero para un periodo más generoso en afluencia de turistas. «Sería un éxito que el mercado nacional acabara con los mismos números que en 2016», reseña.

Gonzalo Fuentes, representante del sector en CCOO, tampoco atisba milagros en el horizonte más cercano. La Costa del Sol, y en eso coinciden las premisas, concluirá el curso con muy buenos resultados, pero sin grandes sorpresas en lo que se refiere a los españoles. El margen de mejora está en la capacidad de reacción del destino, que tiene ante sí el reto de tratar de seducir a los indecisos.

Las lecturas sobre el abatimiento del mercado nacional son variadas: algunos, como Fuentes, aluden a la pobreza de los salarios, que no permiten todavía grandes dispendios estivales. También se alude a la caída del turismo de proximidad; al mejorar la economía, razona Callejón, muchos de los turistas que estos años optaban por playas cercanas vuelven a los grandes viajes y al avión.

En lo que sí coinciden todos es en relacionar el fenómeno con la falta de planificación, la costumbre, tan arraigada en España, de planificar las vacaciones en el último momento, que resta posibilidades de encontrar alojamiento a precios más económicos. El turismo nacional es muy apreciado en la industria por la extensión de sus estancias y el gasto en sectores complementarios como la gastronomía. De acuerdo con un reciente informe de Turismo Costa del Sol, el 55 de los turistas españoles que llegan a la provincia son andaluces.