Una de las cosas que temen perder los afiliados más veteranos del PP con la posible marcha de Francisco de la Torre en 2019 es el Ayuntamiento de Málaga. Al perder el Ayuntamiento de Málaga, se perderían, en cierto modo, las grandes páginas de gloria que ha escrito el partido en las últimas dos décadas en la provincia, pues desde la principal capital que mantiene el PP en su esquilmado poder municipal, se puede construir ese discurso de partido extraordinario. El que empezó a perfilarse con Manuel Atencia, cuando ser del PP era casi cosa de otro mundo, y que continuó un Joaquín Ramírez que, luego, en 2008, iba a entregarle sus avales a un joven Elías Bendodo para que se convirtiera en su sucesor al frente del partido, cuando todavía pensaba que los que le rodeaban se iban a casar con él. Uno crece a nivel orgánico, descuida las compañías y no interpreta bien los movimientos y, luego, cuando se da cuenta, ya es demasiado tarde para volver y ya no hay vuelta atrás.

Mientras tanto, ajeno a las batallas por el poder que se libraron en el PP allá por 2008, se encontraba De la Torre, construyendo su propia leyenda como coleccionista de mayorías absolutas al frente del Ayuntamiento de Málaga. Es habitual referirse a la capital asegurando que se trata de la joya de la corona y, lejos de tratarse de palabrería vacía, realmente es así. A nadie se le escapa el aumento en la proyección nacional e, incluso, internacional que ha cogido la ciudad en los últimos años. Hasta el punto de que, quizá, exceptuando a Marbella, los ayuntamientos de otras capitales se puedan considerar como piezas sobrantes a añadir al puzzle de poder municipal en la provincia.

Reconocer el legado, todavía con final abierto, de De la Torre evoca en todos los dirigentes populares automáticamente la necesidad de destacar, también, a Celia Villalobos como artífice de los ya más de 22 años que llevaba el PP gobernando de manera ininterrumpida en Málaga. En estos últimos años, no han sido pocos los intentos velados para ir apartando a Villalobos de la primera fila, pero si algo tiene la exalcadesa, aparte de la confianza de Mariano Rajoy, es que cuando habla su voz todavía resuena muy fuerte y quien dejó llevarse recula casi al instante.

«Celia, contigo empezó todo», fue lo que le faltó proclamar al propio Bendodo en la puesta de largo de su candidatura, que tuvo lugar este miércoles, y en la que viajó hasta el pasado de su propio partido para coger impulso para el futuro. Pudo ser un viaje plácido y en preferente, si a De la Torre no le hubiera dado por recular en su intención de marcharse en 2019, pero ahora se ha convertido en un paso de cabras para Bendodo. El cambio de planes del alcalde le hacen ver a uno que en el congreso provincial de mayo se librarán asuntos mucho más importantes que el de su propia reelección como presidente. «Ya les anuncio que le propondré a la comisión organizadora que en la jornada del viernes vamos a hacer un recorrido a 22 años de gobierno del PP en la ciudad de Málaga. Un recorrido desde el año 1995, cuando Celia ganó las elecciones, y luego con De la Torre, también», explicó Bendodo. El primer día del cónclave servirá para rendir un homenaje histórico a los dos últimos alcaldes que ha tenido el PP en Málaga.

El simbolismo -habrá proyecciones de vídeos de lágrima fácil- cobra fuerza si se tiene en cuenta que la segunda jornada del congreso pondrá todo el foco en Bendodo. Pasado y futuro y futuro y pasado en una sucesión de imágenes. No se elevará el traje de De la Torre a lo más alto del pabellón, no vaya a ser que la despedida encubierta tenga justo el efecto contrario.

Por otra parte, Bendodo guarda la esperanza de que esta escenificación sirva también a que se le considere como el candidato continuista. Primero, entre los suyos. Luego, ya vendrán los malagueños. Hay cierto hartazgo en el PP de Málaga, que nadie se engañe, respecto a la frialdad con la que De la Torre suele tratar a Bendodo. Quizá, el homenaje, sirva para ablandarle las fibras.