Tiene sentido que desde la candidatura de Patxi López se haya insistido, desde el primer momento, en que el rodado político vasco no ha venido a esta disputa con la intención de reventar aforos. El debate de la asistencia y el baile de números en estas primarias socialistas es algo que concierne a Susana Díaz y Pedro Sánchez. Este lunes, en Málaga, los asistentes al primer encuentro con la campaña de las primarias socialistas se pudieron contar con el dedo índice y sin gran demora. Si los que le rodearon en el Hotel NH no desisten, López tiene asegurados, al menos, 86 avales procedentes de la capital. La candidatura de López, marcada como la tercera vía en una batalla polarizada, está promovida por el abogado socialista José Aguilar.

El futuro del partido siempre afecta, se quiera o no, a nombres propios. Por ello, además de por el contenido, hubo un interés por saber qué caras le brindarían abiertamente su apoyo al socialista vasco. Hubo mucho pasado de elevado peso orgánico entre el público: José Asenjo, José María Ruiz Povedano, Juan Carlos Lomeña, José Luis Marcos o Enrique Urquijo. También, José Cosmé Martín, Francisco López, José Luis Marcos o Pedro Villagrán.

Hay un código interno en este oficio que define a los allí presentes como vieja guardia. Si su palabra todavía mueve engranajes, queda esperanza para López. Habló el aspirante a liderar el PSOE, al principio, de la situación de extrema gravedad que atraviesa el partido. Una situación, tapada, en parte, por la propia vorágine de unas primarias y que López sitúo en una división existente dentro del partido, «jamás vista en toda su historia», y que hizo sangre en aquel fatídico comité federal del pasado 1 de octubre. «No teníamos derecho a ello y pido perdón por aquel espectáculo lamentable. Esto nunca más nos puede pasar», advirtió. Nada se puede hacer, concluyó, con un partido en el que unos se señalan a los otros. Y aquí es donde agarra el proyecto de López, que se perfila a sí mismo como el único candidato capaz de devolverle la ansiada unidad. «Podemos dejar de insultarnos y recuperar la fraternidad, pero desde la lealtad bien entendida», subrayó, dejando claro, además, que es partidario de integrar en el futuro proyecto del PSOE a todas las corrientes que ahora mismo pugnan por el poder. «Esto de la unidad no vale con proclamarlo», dijo, en este sentido, aludiendo a la necesidad de «integrar a los que pierden».

El debate por los espacios, que afecta principalmente a toda la socialdemocracia europea, marcó parte del encuentro de este lunes. Para López, el PSOE tiene que volver a ser un proyecto claro de izquierdas, que «mire al resto de partidos sin complejos». Sobre su relación con el resto de fuerzas, López subrayó que el PSOE «no puede dar el aval al PP, pero que tampoco se puede buscar una alianza con Podemos». En esta dispersión de golpes, tuvo para ambos. Por un lado, matizó que el PSOE nunca puede ser una herramienta para blanquear el sufrimiento de las políticas de derechas, sino que tiene que ser una alternativa. Y, en relación a Pablo Iglesias, lamentó que ha convertido la «política en un show», pero que «no ha demostrado cómo puede ser útil para mejorar la vida de la gente». En este punto, aseguró que «yo voy a defender un millón de veces más a Felipe González, que ayudó a transformar a un país, que a un Iglesias que no ha hecho nada por él».

También, recalcó algunos elementos que componen el eje fundamental de su proyecto como la insistencia en la derogación de la reforma laboral del PP o una modulación fiscal para equilibrar el reparto de la riqueza. «Podemos cambiar el país a través de dos palancas, los impuestos y los salarios», insistió en que las actuales políticas del PP están contribuyendo a que muchas personas se están quedando atrás. «Hay siete millones de españoles que trabajan y no llegan a final de mes», remarcó López para dar por cerrado el encuentro con un turno de preguntas.