Joaquín Fernández, que vive justo enfrente, cuenta que «a mediados de 2014 hubo un accidente de coche justo donde se han caído dos personas. El Ayuntamiento retiró la barandilla para repararla porque estaba en muy mal estado. Y hasta ahora», lamenta Joaquín, que calcula que faltan unos 10 metros de la barandilla original.

Es justo por este sitio, por el que el pasado mes de marzo una mujer de unos 50 años se despeñó. «Llegó hasta abajo del todo y los bomberos tuvieron que ir a por ella a rescatarla», destaca este vecino.

Pero lo más grave se produjo el pasado Domingo de Resurrección: Joaquín Fernández fue alertado ese día por un vecino de que había un hombre «que parecía dormido» en mitad del terraplén, porque le había frenado la caída el tronco de un eucalipto. Todavía el pasado miércoles, cuando La Opinión visitó el lugar, permanecían en el suelo tirados los guantes de los sanitarios. La víctima, de 48 años, estaba muerta, y aunque no están claras las causas de su fallecimiento, la situación ha alarmado a los vecinos, que reclaman al Ayuntamiento que reponga la barandilla a la mayor brevedad posible. «Todavía no sabemos si lo va a reponer o no», critica Joaquín Fernández.

Un aliviadero casi cegado

El barranco, por cierto, cada día se hace más acusado, porque cuando llueve con intensidad, las aguas bajan desbocadas por el Camino de Colmenar y se precipitan con fuerza por esta vaguada.

«En la riada de 2012 el agua entró tan fuerte que tiró abajo 37 eucaliptos», comenta este vecino. La situación se produce, critica, desde la construcción de la urbanización vecina en el Camino de Colmenar, que según señala, redujo a la mínima expresión -a unos 30 centímetros de diámetro- la boca de una gran tubería para desaguar las aguas pluviales.

«Es un túnel de unos 90 metros de largo y que tendrá unos 80 años, los más viejos cuentan que sirvió de refugio durante la Guerra Civil», señala Joaquín. Este vecino de 64 años lleva 57 viviendo en la zona, así que conoce muy bien el túnel: «Era un aliviadero de agua que funcionaba perfectamente, tenía 2,20 de alto y unos 75 centímetros de ancho. Los niños jugábamos a atravesarlo». Hoy, apenas cabe un brazo por él.

Como subraya, cuando se hizo la urbanización la asociación de vecinos Camino de Colmenar-Santa Amalia presentó una denuncia ante el Ayuntamiento por el aterramiento de la tubería pero no tuvo respuesta. Cegado casi del todo, las aguas toman la carretera en cada tromba. «Esto es un río», describe.

El director del distrito Centro, Francisco Cantos, señaló ayer que el Ayuntamiento está preocupado y quiere aumentar la seguridad de la zona cuanto antes, por lo que "la orden de reponer la valla ya está cursada y se hará en breve", recalcó.

Con respecto a la tubería cegada, indicó que si los vecinos creen que se debe a una obra privada, deben volver a presentar la queja ante el Ayuntamiento, para que pueda examinarla.