Málaga nunca ha sido capital de califato, ni reino de taifas, ni siquiera tuvo relación comercial con las Indias, pero su Centro tiene un valor inigualable en su conjunto. No hace ni 20 años, el casco histórico de la ciudad parecía la boca del lobo. Los males de la movida, la escasa seguridad, y el mal estado de los inmuebles provocaron que muchos vecinos se trasladaran a barrios en expansión. Fue a partir de 2002, cuando el Centro volvió a repoblarse, sobre todo por parejas jóvenes, atraídas por la restauración de los edificios promovida por la Oficina de Rehabilitación y la revitalización comercial de sus calles. La fórmula, sin embargo, parece haber tocado techo ya que a pesar del boom económico, desde hace un tiempo, el Centro vuelve a perder residentes, 200 en los últimos dos años.

Los datos del OMAU son definitivos, aunque no tan alarmantes como los ofrecidos esta misma semana por el grupo municipal de IU-Málaga para la Gente, que hablaba de «deportación planificada» y de la expulsión de 10.000 habitantes en los últimos ocho años. Aquí habría que diferenciar entre el área que comprende todo el distrito y lo que se denomina «almendra» o zona intramuros. En cualquier caso, sí parece que la propensión ha cambiado. Para el PSOE, el descenso de residentes va en relación a lo que está pasando en otras zonas la ciudad. «El desplazamiento de residentes también está relacionado con la proliferación de apartamentos turísticos», explica Daniel Pérez, viceportavoz del grupo municipal socialista.

Alquilar una vivienda por larga temporada en Málaga se ha convertido en una misión imposible. Desde hace unos meses la ciudad vive inmersa en una situación hasta ahora desconocida, en la que apenas hay viviendas para arrendar a los residentes o aquellos que quieren vivir en ellas y las que hay, han subido los precios ante la fuerte demanda que experimenta el sector. Al propietario le da más beneficio un alquiler por día que no mensual. Pueden llegar a sacar el doble y se evitan problemas ante posibles inquilinos morosos. «Urbanismo autoriza cada mes, en cada reunión del consejo rector, entre 50 y 70 nuevas licencias de apartamentos turísticos», informa Pérez, que se pregunta cuál es el límite que puede soportar el Centro en esta materia.

Indudablemente, parece que por los precios inaccesibles del alquiler y por el ritmo de vida, por horarios y por convivencia, entre una familia y unos turistas son totalmente diferentes e incompatibles con la habitabilidad. Óscar Agudo, secretario de la asociación de vecinos Centro Antiguo, achaca este continuado despoblamiento del Centro a esta proliferación de estas viviendas destinadas al turismo, pero también a otras causas. Esgrimiendo datos del OMAU y de su director, Pedro Marín, explica que en los últimos años, las zonas con mayor pérdida de residentes son las calles Beatas y Tomás de Cózar, con una elevada concentración de bares y establecimientos de ocio.

Actividad económica

Es evidente que la actividad económica prioritaria del Centro hace incómodas y hasta inhóspitas algunas zonas. Al menos para los vecinos que se han ido o están a punto de hacerlo. También la falta de servicios y equipamientos. Agudo recuerda que en el Centro no hay supermercados, ni centros de salud, ni centros de día, ni bibliotecas, ni gimnasios... «Todo esto hace que se genere, en el día a día, una serie de incomodidades», sostiene, aunque asegura que vivir en el Centro tiene también sus ventajas.

Según el OMAU, 4.942 personas viven en el Centro. Muy lejos de las 11.000 censadas en 1975 o de las casi 5.900 que había en 2007, tras cinco años de continuo crecimiento demográfico. El secretario de la asociación Centro Antiguo también incide en cómo esos jóvenes que llegaron en la primera década del siglo «han tenido hijos, sus circunstancias familiares han cambiado, y ante la incomodidad de movilidad, incluso de poder moverse con un cochecito de bebé, los ruidos, la suciedad, la concentración de eventos ciudadanos o por la carencia de colegios, han optado por mudarse». «Tener el ocio debajo de tu ventana podía estar antes muy bien. Por eso es muy importante buscar el equilibrio a través de planes de aprovechamiento pero examinando calle a calle», insiste Daniel Pérez.

Por su parte, la concejala del distrito Centro, Gemma del Corral, opta por relativizar. Sostiene que en todo el distrito (incluidos barrios históricos como Victoria, Capuchinos o la Trinidad) se han perdido 1.038 habitantes en los dos últimos años. Y añade un dato, como edil de Educación: el colegio Prácticas nº 1, que está en la plaza de la Constitución, en un año ha aumentado sus matrículas en 30 niños. «Puede parecer poco, pero es que tenía 110 alumnos, es decir, que el porcentaje es elevado. Y de forma extraoficial puedo decir que para el año que viene el crecimiento de la población escolar será mayor», asegura.

Esto dice lo contrario, al menos, sobre la elección de dejar el Centro de las familias con hijos. «Hubo un tiempo en que hasta el colegio se planteó su propia continuidad», recuerda. Del Corral también señala que si no hubiera niños en el Centro, «el parque infantil de la plaza de Camas no estaría lleno, como siempre está, o no tendríamos que acometer ahora el de la plaza de las Cofradías, como nos han pedido los vecinos».

Opiniones heterogéneas

La concejala insiste en que la opinión de los vecinos del Centro es heterogénea. «Es un error pensar que todos los vecinos del Centro piensa de la misma manera. Tenemos vecinos que sus condiciones de vida en el Centro han mejorado respecto al que conocíamos hace unas décadas». Y aunque resulte «ridículo obviar que hay un boom de apartamentos turísticos en la ciudad», el análisis de IU «parte de una información absolutamente errónea». También recuerda el éxito de demanda en las distintas promociones del IMV, por ejemplo en las calles Nosquera o Jinetes.

Del mismo modo, entiende que «enfrentar a vecinos y hosteleros no es constructivo y no lleva a nada», y recuerda que muchas personas que tienen sus negocios o trabajan en el Centro también viven en el Centro.