­­Una Málaga casi en penumbra, como la que estuvo alumbrada por tenues farolas de gas y de telón de fondo nubes negras en la tarde noche del viernes pasado. Las cúpulas de los mausoleos se recortan. Está chispeando, por eso Tiempo de misterio, el nuevo espectáculo teatral de Eduardo Nieto para conocer mejor el Cementerio de San Miguel y sus personajes, se adapta a los paraguas.

Cambia el orden de actuación, la mayoría de los actores muestra su arte bajo techo, en la sala de duelos, pero sigue permaneciendo la sensación de ver algo único y el sabor de otros tiempos. La prueba viviente, valga la paradoja, es la aparición de Carolina Rubio Goux, una malagueña fallecida con solo 19 años, a causa de una tuberculosis, que entra en la capilla del cementerio a contar su vida a los visitantes que asisten al ensayo general (las dos representaciones de abril se ofrecieron el sábado pasado).

Carolina, a la que han introducido dos sobrias guardianas de la memoria encargadas de «despertar la memoria», viste un delicado traje blanco cedido por descendientes de su propia familia. Más tarde, cuando los visitantes pasen por su imponente mausoleo, comprenderán el cariño de esos padres por la hija: desde cualquiera de las ventanas puede verse la tumba de mármol blanco de la joven.

Como explica el dramaturgo Eduardo Nieto, «esto tiene muchísimo trabajo». No es sólo el detalle del vestuario de los personajes, sino la labor de investigación para rescatar historias, la mayoría olvidadas. Y lo mejor de todo es que en esta noche de misterio, todas las personas evocadas están tratadas, «con todo respeto y dignidad», subraya el autor.

El primer asesinado por ETA

Los visitantes salen de la capilla del cementerio guiados, en dos grupos, por sendas guardianas de la memoria, una de las cuales tiene el aire de la tía Tula. Como ejemplo de ese trato exquisito del que habla Eduardo Nieto, la guardiana se detiene ante un nicho repleto de flores, «es el primer policía nacional malagueño asesinado por ETA, Francisco Berlanga». Y casi enfrente, ejemplo de la igualación tras la muerte, dos lápidas vecinas, la de Eduardo Noguera, del bando nacional y la del republicano Pedro Armasa.

Muy cerca, por cierto, la comitiva pasa ante la lápida con la argolla vertical donde estuvo enterrado Manuel José García Caparrós, «aquel joven que murió hace cuarenta años en pro de la autonomía andaluza... a pesar de todos estos años... es un misterio el autor de su muerte».

La noche avanza, las sombras azules se vuelven negras y la escasa iluminación, solventada por algunos ayudantes con linternas, hace pensar en esas novelas de misterio publicadas por entregas, cuyo ejemplo máximo es esa muchedumbre de americanos esperando la llegada del barco de Londres para conocer la continuación de una novela de Dickens.

Y hablando de barcos, Eduardo Nieto se sorprende ante el escasísimo conocimiento que en Málaga se tiene de la tragedia del trasatlántico francés Florida. Para rescatar del olvido este accidente, que tuvo lugar el Miércoles Santo de 1931, el capitán del Florida, Raimond Blanch, y una pasajera italiana, Irene Micheli, cuentan lo ocurrido a pocas millas al sur de Málaga: el barco quedó casi atravesado por el tremendo impacto de un portaviones británico, el Glorious. Fallecieron 41 personas. El capitán, afligido, transmite la tensión del momento a los reunidos en la sala de duelos, al igual que la pasajera italiana, que lleva un vestido auténtico de los años 30 de Puerto Rico, cedido por Hilda Seda, la mujer del pintor malagueño José Azaustre, afincado durante décadas en esa isla.

La tragedia, sin embargo, dejó una huella de música y color en Málaga: el Florida, que procedía de Sudamérica, traía un cargamento de pájaros exóticos que terminaron en la pajarera que, durante décadas, presidió los Jardines de Pedro Luis Alonso, junto al Ayuntamiento.

El aviador desdichado

Y el Museo Aeronáutico de Málaga fue el encargado de prestar el vestuario para el actor que interpreta al aviador Felipe Courtier, un joven que murió en 1921 en un accidente aéreo durante las famosas exhibiciones aéreas de las Fiestas de Invierno. A partir de ese momento el gobernador prohibió que los aviones sobrevolaran la ciudad, informa el cariacontecido joven.«El aparato cayó, pero su alma aún viaja a través del océano de los tiempos», comenta una guardiana.

Aunque para desdicha, la personificada por quien fuera próspero constructor y presidente del C.D. Málaga, Antonio Rodríguez López, asesinado en 1971 en Torremolinos de tres puñaladas, cuando fue a auxiliar a un mendigo,que también murió a causa de unos disparos, posiblemente causados por unos sicarios.

El convicente actor que encarna al presidente del Málaga repasa su vida, marcada por un fulgurante ascenso social y por el ascenso a Primera del club que presidió. Por cierto que el dirigente deportivo luce para la ocasión un conjunto de Roberto Verino de la época.

Pero son muchas las historias desveladas en esa tarde noche gracias a este espectáculo teatral. El panteón de la familia Fazio, por ejemplo, conserva pinturas de ángeles realizados por el artista Agustín Olguera, que murió ahogado en los Baños del Carmen. En el de la familia Cámara descansa el contraalmirante que dirigió la flota para recuperar, sin éxito, las islas Filipinas y luego está la lápida de Juan Alcalá, tan precisa que señala el día pero también la hora de la muerte.

Tras el recorrido, en la sala de duelos una maestra de almas invita a los visitantes al recogimiento. Es el momento de atender a sus explicaciones, con unas fotos de fondo: la de los personajes reales que, en esta noche mágica y lluviosa, han vuelto a la vida gracias a las buenas artes, una vez más, de Eduardo Nieto y su equipo. Los próximos 12 de mayo y 2 de junio regresará este fascinante Tiempo de misterio.