Francisco de la Torre ha descarrilado. Su firma carece de validez, al menos en asuntos relacionados con el metro de Málaga. Esta mañana, junto al presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, y refugiado bajo el paraguas de un grupito de vecinos con pancartas en contra de la construcción del metro hasta el Hospital Civil, De la Torre ha dado la puntilla definitiva al proyecto pese a que el gobierno andaluz lo declaró de interés metropolitano el pasado martes ante la falta de acuerdo con el Ayuntamiento de Málaga para su construcción. Ahora, el alcalde de Málaga ya ni defiende como primera opción para esa zona ampliamente poblada que se trabaje en su invento del metrobús, opción que consideraba más barata que la construcción del metro en superficie y que consiste en un carril bus por donde viajarían autobuses ya disponibles con motores híbridos. Defendía que era un proyecto más barato y contaría con un mayor apoyo vecinal, al no tener catenarias, aunque la ocupación de superficie fuera similar.

Aunque esa idea es la preferida por el Ayuntamiento, esta mañana ha escenificado que la Junta de Andalucía no tendrá ningún tipo de colaboración para la construcción del metro hasta el Hospital Civil, sabedores de que sin su apoyo será imposible ejecutar una obra en la que es necesaria la autorización municipal para los desvíos de tráficos.

El argumento que maneja ahora De la Torre es retomar la idea de prolongar hasta la plaza de la Marina el metro planificado hasta Atarazanas para ahorrar al sufrido malagueño que ande doscientos metros si quiere pasear por la calle Larios. Dice que es más rentable y, por tanto, ya no haría falta construir el proyectado hasta el Civil.

El otro argumento de peso al que se agarrra el alcalde es que el metro hasta el Civil cuenta con el rechazo de los vecinos y recuerda que la presidenta de la Junta de Andalucía dijo que no se haría en contra de la voluntad de los vecinos. ¿Pero, qué vecinos? ¿Doscientos? ¿Trescientos? ¿Es un argumento sólido que la (legítima) voluntad de un grupo de vecinos pueda parar una obra vital para mejorar el transporte sostenible en la ciudad de Málaga? ¿Y los demás vecinos? ¿Convocamos un referéndum? Esconderse bajo unas pancartas de vecinos no es de políticos de altura y De la Torre, que ha dado muestra durante muchos años de que es un político con altura de miras, ha defraudado al no cumplir con lo firmado.

En noviembre de 2013 firmó y se hizo la fotografía con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, para desbloquear la finalización del metro de Málaga. Cuatro años después de esa firma anunciada a bombo y platillo, la construcción del metro de Málaga, en concreto el ramal que llegará hasta el hospital Civil, acabará en los tribunales como ya informó este periódico el pasado 30 de diciembre, lo que desnuda la falta de responsabilidad y lealtad de un Ayuntamiento de Málaga con el principal proyecto inversor del gobierno andaluz en la ciudad.

Cierto es que nunca hubo entendimiento entre las dos administraciones para ejecutar con solvencia y en tiempo un proyecto que ayudaría a mejorar el transporte sostenible en la capital. Cierto es que la Junta de Andalucía ha incumplido plazos como se comprueba en el caos de la zona del Corte Inglés; ha cambiado el proyecto sobre la marcha; cada uno de los consejeros que lo ha gestionado ha modificado la hoja de ruta y, a veces, sin dar toda la información al Ayuntamiento de Málaga. Cierto es y cabe darle la razón a De la Torre con su máxima de que la "Junta es muy mala".

Pero más cierto parece ya que Francisco de la Torre quiere jubilarse jubilando el metro de Málaga. Nunca lo quiso como lo planificó el gobierno andaluz y matiz a matiz ha ido cambiando el proyecto y reconduciendo un proyecto casi a su antojo.

A finales de 2016 hubo un intento a la desesperada por parte de a Consejería de Fomento para desbloquear un proyecto, que no olvidemos, tiene la firma del alcalde de Málaga. Una firma que habrá que poner ahora en cuarentena por su escasa solvencia o garantía de cumplimiento. Ya entonces denunciabamos que las posiciones del alcalde de Málaga eran cada vez más insostenibles debido a los innumerables cambios y matices introducidos en el proyecto durante años. La Junta planificó cuatro líneas (el Palo, Ciudad Jardín, Teatinos y Martín Carpena) y otra línea más circular por si algún malagueño quería darse una vuelta completa por Málaga. Durante este tiempo, el PP le añadió detalles y fue incorporando un intercambiador en la La Marina; aprovechar la obra del metro para prolongar el Cercanías hasta La Marina, como ahora vuelven a exigir; peatonalizar el paseo de la Alameda... Algunas, dicen con lógica para mejorar el proyecto.

Atrás queda en el recuerdo también la primera polémica en la Carretera de Cádiz; un debate que fascinó a media Málaga entre muros pantalla o tuneladoras; o la disputa con la consejera de IU Elena Cortés que ideó por su cuenta un tranvía ligero hasta el Palo, desmontando el proyecto de su socio de gobierno, el PSOE, y encabronando al Ayuntamiento de Málaga. Susana Díaz intervino para desautorizar a su consejera y se abría un nuevo escenario firmado en 2013 que parecía despejar la finalización del proyecto.

El Ayuntamiento de Málaga y la Junta acordaron que el metro cruzará el centro de la ciudad bajo el río Guadalmedina hasta el Mercado de Atarazanas -como defendía De la Torre-, pero incluía que el suburbano transcurrirá en superficie al inicio del trazado de la Línea 4, desde la calle Santa Elena hasta el Hospital Civil. Esa decisión de septiembre de 2013 cerraba, en teoría, el capítulo del enfrentamiento por cómo debería llega el metro al Centro, pero ya se establecían las bases para el lamentable espectáculo que han dado durante meses las dos administraciones y que ha terminado en divorcio debido al empeño del equipo de gobierno del PP de no cumplir con lo firmado y proponer, primero, una especie de metrobús en vez de un tranvía hasta el Hospital Civil; y ahora apostar por prolongar doscientos metros el metro hasta La Marina.

De la Torre tendrá su razones, pero desde hace tiempo se ha enrocado en su firme idea de rechazar el proyecto del Civil poniendo en peligro la viabilidad del metro de Málaga. Todo indica de que se verán en los tribunales.