Tras una conferencia sobre masonería celebrada en el MUPAM hace tiempo, una señora mayor se acercó a Lugalo, maestro masón, para preguntarle si la Logia Pitágoras seguía funcionando en Málaga. «Me contó que su maestro había sido masón, que lo mataron y que todo lo que sabía de la vida se lo debía a él».

La Respetable Logia Simbólica Pitágoras «levantó columnas» ( expresión masónica que significa que se inauguró) el 14 de diciembre de 2013 en un local del Centro de Málaga. En realidad, cogió el testigo de la primera Logia Pitágoras, que como otras floreció durante la II República y fue masacrada con la llegada del general Franco al poder. De hecho, la logia actual conserva un escalofriante documento oficial con la lista de todos sus miembros, nombres masónico, profesiones... y la mayoría están señalados con una cruz, lo que significa que fueron condenados a muerte.

Como explica el actual presidente de la logia o «venerable maestro», la especial inquina de Franco hacia la masonería tiene mucho que ver con que el padre y el hermano del dictador fueran masones y él no pudiera ingresar: «Fue rechazado en dos ocasiones», apunta.

Quien cuenta esta anécdota, el venerable maestro de la logia malagueña, tiene como nombre simbólico Diderot y de profesión es gestor cultural.

Los tres maestros masones que hablan con La Opinión prefieren utilizar sus nombres simbólicos en lugar de los propios porque, precisan, la masonería no es una sociedad secreta «sino discreta», que además tiene todavía que seguir luchando contra tópicos y prejuicios que, recalcan, nada tienen que ver con la realidad.

Precisamente, para dar a conocer qué hacen realmente los masones y en qué consiste la masonería, el pasado 22 de abril celebraron una jornada de puertas abiertas, que en lenguaje masónico es una «tenida blanca abierta», que contó con la participación de 56 personas de edades variadas.

«La gente salió muy contenta porque se le aclararon muchísimos conceptos, los ponentes les dieron detalles que les ayudaron a eliminar ideas preconcebidas», explica Sabika, nombre masónico de una maestra masona, veterinaria de profesión, que entró en contacto con la masonería en 2011, con la Logia Tartessos de Sevilla y luego se incorporó a la de Málaga.

Además, esa mañana de la jornada de puertas abiertas, en la sede del Centro Histórico (también en esto prefieren ser discretos y no dar el emplazamiento) tuvo lugar la «tenida magna» en la que se iniciaron dos nuevas aprendices.

En la actualidad, la logia cuenta con 20 hermanos (hombres y mujeres), divididos en seis aprendices, cuatro compañeros y doce maestros, los tres grandes grados de formación que tiene la rama francesa de la masonería, a la que pertenece la logia (la otra gran rama es la británica, más tradicionalista).

Justo este año, 2017, hace tres siglos que en una taberna inglesa nació la francmasonería tal y como hoy la conocemos, aunque tenga sus orígenes en la Edad Media. Y a una de las preguntas del millón, ¿ es la masonería una orden iniciática anclada en el XVIII con parafernalia barroca?, contesta Lugalo -en la vida diaria, jefe de servicio de la administración pública-: « El mundo hoy en día está necesitado de una perspectiva humanista, centrada en los derechos humanos y en la dignidad del ser humano; la masonería es un espacio de libertad absoluta que te permite debatir, hablar, reflexionar de muchos aspectos que nos lo impide el ruido sociológico del mundo profano».

Masón, católico y de derechas

En este concepto de espacio de libertad, incide Lugalo para subrayar que tanto la religión como las ideas políticas, dos aspectos de los que nunca se habla en las reuniones masónicas, «son cuestiones personales de cada uno, así que cada masón puede ser de derechas, de centro, de izquierdas, y también católico, protestante, agnóstico, ateo...». Los límites, precisa Lugalo, son los totalitarismos, de cualquier signo político y los derechos humanos.

Otro aspecto de las logias masónicas es la absoluta igualdad entre sus miembros, a pesar de los cargos que ostenten. En relación con esto el veterano maestro, elegido año tras año, solo puede estar un máximo de tres y acabado este periodo, pasa a ocupar el puesto más humilde de la logia, el de guardatemplo. « Es la persona que se ocupa de que todo esté tranquilo, de que no haya rumores más allá de la pared y de que todo fluya con normalidad», explica el venerable maestro Diderot.

La Logia Pitágoras, que cuenta con una página web, pertenece, como se ha dicho a la rama francesa de la masonería, llamada el Gran Oriente de Francia, que en España cuenta con 11 logias, dos de ellas en Málaga (Málaga capital y Estepona).

La Logia Pitágoras se reúne una vez al mes y en sus reuniones hay debates, lectura de cartas, informes, formación masónica y un saborear el sentimiento de fraternidad.

Los masones no hacen proselitismo, pero los interesados se pueden poner en contacto con la logia, para someterse a entrevistas, informes y a una votación que decidirá si ingresan o no. Los integrantes de la Logia Pitágoras, formada por cierto por personas de todas las profesiones y niveles culturales, pagan una cuota mensual de 40 euros, aparte de una cuota en concepto de ingreso de 200 euros.

Pero, ¿qué les supone a estos tres maestros el ser masón?, ¿en qué les ha cambiado la vida?

«Lo que más me ha aportado es a ser tolerante, a saber que la vida es una gama de grises y que cada una tiene sus razones. También he cambiado porque soy vehemente, así que medito, pienso las cosas y también por el compromiso que adquieres si permaneces en la masonería», destaca Sabika.

Para Lugalo, el gran cambio lo ha notado a la hora de recibir críticas: «El ver que la crítica que el otro me pueda hacer no me hace enemigo sino que me hace aprender de él». Desde que es masón, cuenta, reflexiona más y en su trabajo, «antes de sancionar a un subordinado, te vienen algunos principios masónicos e intento escucharle, comprenderle, no ser justiciero y pensar que todo tiene una posibilidad de mejora».

Por último, Diderot, el venerable maestro de la Logia Pitágoras, cree que el método masónico se caracteriza «por una fraternidad extraordinaria» y sobre todo, por trabajar «en la edificación de la Humanidad, en trabajar en la mejora social e intelectual de la Humanidad». Masonería en Málaga, una escuela de fraternidad y tolerancia... y sin sambenitos de otros tiempos.