El pasado 7 de abril el Ayuntamiento de Málaga daba a conocer la identidad de los ganadores del concurso internacional de ideas para los suelos de los antiguos cines Astoria-Victoria y que había superado el éxito al contar con más de setenta participantes. El concurso pintaba bien. Nada más y menos que el actor malagueño Antonio Banderas avalaba un proyecto cultural y económico, y un arquitecto prestigioso y de la talla como José Seguí firmaban la propuesta ganadora, elegida por un jurado técnico que valoró los proyectos sin conocer quién estaba detrás de cada uno de ellos.

El concurso, en lo formal, trataba de definir la mejor solución tanto desde el punto de vista urbanístico y arquitectónico como de uso y gestión de una manzana ubicada en uno de los enclaves más emblemáticos de la ciudad como es la plaza de la Merced. El concurso contaba, además, con el asesoramiento del Colegio de Arquitectos y de otros profesionales de reconocido prestigio.

En la realidad este concurso debía solucionar el descalabro económico del Ayuntamiento de Málaga, que enterró más de 20 millones de euros en la adquisición de los edificios a una inmobiliaria en 2006.

La idea de Seguí y Banderas propone un centro de ocio cultural y de actividades comerciales complementarias; plantean gestionar espectáculos de artes escénicas, música, gastronomía, cine y espectáculos en vivo. Todo ello con el respaldo económico y empresarial de la empresa Starlite.

Cuando todo parecía encauzado, el proyecto del tándem Banderas&Seguí fue el elegido y quedó además segundo en la votación popular, el proyecto empezó a tambalearse por los errores de unos y de otros en la gestión de los tiempos.

Nada más conocerse el fallo del concurso se abrió el tradicional debate en Málaga y entre las torpezas de unos; las ambiguas declaraciones de otros y las palabras sin el más mínimo conocimiento del proyecto de otros, se empezó a fraguar lo que ayer se conoció: la renuncia de Banderas al proyecto.

El primero que no calibró el daño que podía hacer al proyecto ganador fue el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre. Primero insinuó que quizá no fuese necesario exigir un canon o alquiler a la empresa ganadora del concurso, lo que dejaba la puerta abierta a un posible trato de favor. Después mantuvo una primera reunión con los responsables de la Gerencia de Urbanismo y con Seguí y Banderas, tras lo que declaró, quizás para agradar al actor malagueño, que «lo natural» es que el equipo ganador fuera el que se hiciera con el segundo concurso para ceder a un privado el desarrollo y explotación de la parcela del Astoria. Ese día, De la Torre avanzó que el pliego del concurso valorará contar con «una persona cualificada, con capacidad de proyección» por lo que, a falta aún de concretarlo, señaló que tendrá «una descripción» para valorar la aportación que hace la figura de Banderas u otra persona equivalente si la hay, española o de fuera».

Fue un desacierto absoluto que abrió la puerta a que en la oposición municipal y en otros ámbitos se hablase de que el Ayuntamiento de Málaga pretendía hacerle un traje a medida a Banderas, desacierto además innecesario pues el alcalde acababa de asistir a una primera reunión con los ganadores del concurso en los que estos, especialmente Banderas, le insistieron en que pusiera el listón «bien alto» a la hora de exigir el cumplimiento de la normativa correspondiente.

Las heridas

Esta mala gestión que el alcalde y los suyos hicieron del resultado del concurso propició munición a la oposición municipal para disparar contra el equipo de gobierno del PP, unos disparos que, de rebote, herían también a los ganadores del concurso que no habían pedido ningún trato de favor.

El grupo de IU Málaga para la Gente llevó aquí la voz cantante. Primero disparó contra el concurso, señalando que el acuerdo de pleno para hacer un concurso y una posterior consulta ciudadana «han sido tergiversados y sustituidos por un pseudoconcurso y por una encuesta telemática no vinculante». Arremetió después contra el proyecto ganador al considera que «no es amortizable ni sostenible y abunda en un proyecto fracasado como es la sobre explotación hostelera». También Ciudadanos denostaba el concurso y sus resultados al considerar que al no ser «vinculante» no tiene sentido. Málaga Ahora forzó una discusión en el último pleno consiguiendo que se aprobase la propuesta de exigir a los promotores del proyecto un canon similar al dinero gastado por el Ayuntamiento en la compra de los inmuebles. La propuesta, la discusión generada y el acuerdo adoptado en pleno nacían del desconocimiento, falta de rigor y la desinformación de estos concejales, pues ni se habían leído la memoria del proyecto ganador que incluía el pago de un canon de 17 millones.

Pero los errores en la gestión del proyecto también los cometieron el arquitecto y el actor. La reunión de José Seguí con responsables de la Junta y de la Gerencia de Urbanismo para tratar de modificar el plan especial del Centro y que se ajustase a la altura y el volumen propuestos en el proyecto, dio pábulo a pensar en ese traje a medida antes aludido. Seguí quiso corregir de inmediato su error y declaró que debían ser la Junta y Urbanismo los que fijasen las condiciones del Astoria, pero «al margen» de su proyecto.

La puntilla

Esta suma de errores políticos en la gestión de los siguientes pasos que debía dar el proyecto, incluida la filtración de esa reunión entre la Junta y el Ayuntamiento, fue provocando que la opinión pública y medios de comunicación empezaran a dudar de un concurso que, en principio, ganó en buena lid el proyecto de Banderas&Seguí. Otros, en cambio, como el Colegio de Arquitectos, han optado por el silencio.

Con este cúmulo de despropósitos, Banderas no ha sabido resistir la presión mediática y ciudadana. Cuentan que el actor es un hombre muy sensible a la crítica y más aún de sus paisanos. La gota que colmó el vaso fue la propuesta de IU de que se anulase el concurso y que estuvo a punto de aprobarse si no fuera porque el PP votó en contra y el PSOE se abstuvo. Esa votación se produjo el lunes al mediodía. Por la noche, desde Londres, el actor firmaba una carta de renuncia a su proyecto al considerar que se le ha «humillado», renuncia a la que se sumaron el arquitecto Seguí y la empresa Starlite.

En menos de un mes se ha logrado que otro proyecto de Málaga acabe en la papelera por los errores del equipo de gobierno; por los ataques sin base y sin conocer el proyecto como Málaga Ahora y por esa reunión innecesaria entre Junta y Ayuntamiento de Málaga.