Casos hay en los que los alumnos, expulsados del colegio por una pelea, un insulto al profesor o por cualquier otro motivo, «como se quedan en casa jugando con la consola, tienden a cometer faltas, lo que puede llevar al absentismo escolar y eso es un riesgo porque no está cubierto», comenta Rocío Capilla, trabajadora social en Mangas Verdes.

Para acabar con ese y otros riesgos, la activa asociación de vecinos de Mangas Verdes quiere poner en marcha, este último tramo del curso, el Proyecto de Integración para Menores Expulsados y su Retorno a las Aulas (PIMERA). Se trata de un proyecto que gestionará la asociación y que ya cuenta con el respaldo de los servicios sociales de Ciudad Jardín y el Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento. Además, ha conseguido una ayuda de 3.700 euros de El Pimpi, dentro de la iniciativa El Pimpi Solidario.

«Este proyecto lo teníamos en mente, se lo presentamos a la directora de Derechos Sociales, Ruth Sarabia, y le pareció estupendo, porque además estamos en el centro del distrito de Ciudad Jardín», cuenta Antonio Martos, presidente de la asociación de vecinos de Mangas Verdes, que también informa de que ha sido presentado hace unos días, y muy bien recibido, por los colegios del distrito.

Rocío Capilla, que será la coordinadora del proyecto, explica que cuentan con el módulo de preescolar, cedido por el Colegio Ángel Ganivet, en el barrio. Colaborarán trabajadores sociales, pedagogos, profesores y psicólogos.

Podrán formar parte del proyecto menores de Primaria y Secundaria expulsados a lo largo del curso por faltas de cualquier tipo. Además de clases sobre habilidades sociales, para resolver conflictos y clases de informática para afrontar el mundo laboral, Rocío Capilla recalca que la principal novedad será el testimonio de vecinos, para que hagan pensar a los colegiales. «Los niños están muy machacados por charlas, lo mejor de esos testimonios es que se puedan ver reflejados en esas personas y cambien de actitud», recalca la coordinadora, que pone de ejemplo la persona que está trabajando 10 horas diarias por 500 euros y que no terminó el colegio.

«Tienen que ver que todo lo que hagan desde pequeños tendrá consecuencias en sus vidas. Serán experiencias de vida tanto buenas como malas», recalca.

La intención es comenzar el programa en estas últimas semanas de curso y atender de 10 a 25 menores de forma individual.

Antonio Martos confía en que este proyecto «muy ambicioso y bonito» tenga el futuro respaldo económico del Ayuntamiento y de otras entidades para poder seguir adelante.