Las agencias de viaje vuelven a respirar. Ya sin la sensación agónica de ganar tiempo y aplazar tímidamente el desastre; tal vez incluso a pleno pulmón. Casi como si no hubiera acontecido, al menos a nivel estadístico, todo lo relacionado con la crisis; los despidos masivos, la desaparición de oficinas, el periodo convulso en el que muchos, incluidas algunas voces del tejido empresarial, se precipitaron al hablar de una transformación radical del negocio, de una sentencia de muerte.

El sector, uno de los más lanceados por la depresión económica, ha resurgido. Adaptado, además, a los nuevos tiempos, que le apremiaron mucho antes que a otros gremios turísticos a tratar de plantar cara a la revolución informática. Una década después del inicio de los famosos cierres, las agencias han sabido integrar al enemigo. Hasta el punto de que ahora celebran su supervivencia de la mano de su propia división internauta. Una estrategia que, junto al cambio de ciclo, ha servido para marcar el rumbo de un despegue que en puntos como la Costa del Sol, uno de los más activos, ya hace bastante meses que dejó de representar un espejismo romántico.

Los datos, compilados por Aedav, corroboran, sin duda, la línea ascendente. Con unas perspectivas al alza para este verano, y a falta de computar los últimos paquetes, el sector llega a la antesala de la temporada alta con un expediente que hubiera sonado totalmente irreal hace tan sólo tres años. Por tercer ejercicio consecutivo las cifras son de crecimiento. Se venden más viajes, con estancias más prolongadas. Y una intensidad en las reservas que ha hecho que se vuelva a crear empleo. Con un ritmo que poco a poco empieza a asemejarse al de las etapas más fecundas, cuando ningún español se atrevía a arrancar el coche familiar sin pasarse antes por el mostrador de alguna compañía.

En 2007 la actividad sumaba en España alrededor de 13.000 agencias y 60.000 empleos. Los números, que cayeron en picado durante la crisis, están actualmente en plena remontada. Después de innúmeros ajustes, de cambios hasta en el modo cotidiano de funcionar, son ya 9.000 oficinas con 58.000 trabajadores las que operan en el sector. Una proporción, que, en su avance, se puede extrapolar perfectamente a la provincia. Y que indica que la pesadilla se ha evaporado, corrigiendo, incluso, el abultado parte de bajas que dejó la regresión.

Sergio García, presidente de Aedav, la asociación que agrupa a la actividad en Andalucía, da otro dato para el optimismo: si hace treinta años el 85 por ciento de los billetes de avión se gestionaban a través de agencias, ahora la cifra ronda el 75. Una cuota de mercado que puede sonar regresiva, pero que es amplísima. Y más si se tiene en cuenta la metamorfosis del turismo, que ha pasado de la cultura del intermediario a la de la autogestión.

La clave de la supervivencia, razona Sergio García, ha sido la de interpretar el desafío tecnológico como una oportunidad. En este punto, no existen trucos. El representante de Aedav reconoce que buena parte del volumen de negocio responde ya a las llamadas agencias on line, muy presentes en internet.

La nueva inercia en la que se mueven las agencias no parece además dispuesta a torcer el rumbo en los próximos meses. La previsión para este verano vuelve a ser de crecimiento, tanto por la llegada de turistas extranjeros a la Costa del Sol como por los viajes contratados por residentes. La lista de destinos preferidos, en la que se cuelan de vez en cuando algunas ciudades relacionadas con eventos, como ocurre en estos días con la canonización de Fátima, no ofrece mucho misterio: los malagueños, para sus vacaciones, siguen confiando en las capitales europeas -Londres, París, Roma y Berlín, fundamentalmente- a las que se suman productos de temporada como los cruceros o Nueva York, que mantiene hasta octubre su vuelo directo. Más munición turística para la Costa del Sol. Contra todo pronóstico, una resurrección.