El pequeño Guille Gutiérrez quiere ser como el resto de niños. Y lo es porque su pierna ortopédica no le impide tener ese espíritu vivo propio de un niño de 9 años. Tampoco le quita las ganas de divertirse o de jugar con sus amigos o su hermano mayor.

Pero a sus problemas de salud -con cinco años fue diagnosticado de un sarcoma de Ewing- se suma el económico. No es lo mismo una prótesis básica que una que le permita muchas más posibilidades. Su morfología y sus cambios de tamaño debido a su crecimiento hacen que su prótesis pase más tiempo del debido en reparación. Aún así, sus padres no han reparado en gastos, como tampoco su familia y amigos: han dado todo de sí para que su hijo haga la vida que hubiera hecho de no faltarle la mitad de la pierna.

Pero las cuentas no siempre salen y el niño necesita una prótesis que le permita ser el niño que es, que se pueda mojar y que le ofrezca la posibilidad de ser el robot que quiso ser el día que se convenció de que debía perder su pierna para sobrevivir.

Para ello, la asociación Moto y Vida, de Mérida espera recaudar 8.000 euros en un acto solidario que se celebrará mañana sábado en el centro Ceper de Puerto de la Torre, donde habrá música, animación, castillos hinchables y una gran paella popular.

Su historia se remonta al verano de 2013, según relata a La Opinión su madre, Taty Macías. «El niño empezó a cojear y al principio nos dijeron que era un esguince», explica la madre. Tras pasar por distintos médicos y no darse por vencidos decidieron acudir a Madrid para hacerle una resonancia magnética. La prueba evidenció que había una infección en el astrágalo -el hueso del tobillo- y que necesitaba ser intervenido. La biopsia fue aún más determinante: tenía un tipo de cáncer muy específico que le podía haber costado la vida por su rapidez para hacer metástasis. «Esa operación hizo necesaria la amputación si queríamos salvarle la vida», relata Taty.

Lo más difícil fue explicar a Guille, que entonces tenía cinco años, que tenían que cortarle la pierna por debajo de la rodilla. Pero el pequeño acabó aceptando la amputación y pidió a sus padres una pierna de robot, porque ellos le habían explicado que con una prótesis de ese tipo podría hacer lo mismo que hasta ese momento. «Y en eso estamos», cuenta la madre de Guille, que no quiere que su pequeño deje de ser lo que es, «un niño», por lo que permiten que se marque todas las metas que quiera mientras ellos vigilan atentos que todo vaya bien. Prueba de ello es que la semana pasada quedó líder de su categoría en la carrera de la Integración celebrada en Huelin.