­­La presencia del corralón de vecinos configuraba una de las señas de identidad más significativas de los barrios de la Trinidad y de El Perchel, que aunque ahora sean injustamente tratados como una única unidad por el Ayuntamiento, siempre pleitearon, mostraron rivalidad y manifestaron sentimientos de barrio propios e independientes, separados por la calle Mármoles. Una dicotomía definida hasta el PEPRI, el mismo que quiso salvarlos, pero que terminó por condenarlos.

Del corralón existen definiciones que hablan de degradación, de carestía y de falta de unas mínimas condiciones higiénicas, y hay otras más románticas, que aluden a convivencia y familiaridad de los moradores y a una forma distinta de entender y afrontar la vida. Hoy, en pleno siglo XXI, el corralón, con las comidades propias de la época, pero constituido igualmente en torno al patio, se reivindica en la Trinidad y El Perchel cada primavera, con la celebración del concurso anual que motiva a sus vecinos a adecentar y decorar sus casas, que abren de par en par para que puedan ser visitadas. Y en ellas estalla la primavera en forma de macetas con geránios y gitanillas, mantones de manila, fuentes con su insesante rumor de agua, jaulas con jilgueros y canarios que no dejan de cantar, azulejos del Cautivo en las paredes y fotos en sepia que recuerdan la grandeza de una zona que siempre fue humilde pero honrada.

Parece demostrado que los primeros asentamientos humanos se sitúan en Málaga en este margen del Guadalmedina, según los recientes hallazgos arqueológicos. El barrio de la Trinidad es uno de los de mayor tradición en Málaga. Pero, si por alguna razón fue conocido no sólo en la ciudad, sino también fuera de sus fronteras, fue por sus fiestas y ferias que anualmente acogían sus calles, las cuales confirieron al barrio un carácter propio que lo definía y distinguía del resto. Gracias a sus festejos, entre otras cosas, el barrio de la Trinidad fue merecedor de recibir y ser conocido por los epítetos «popular» y «castizo».

Eran fiestas que se ceñían a la tradición del Corpus Christi cuyo origen puede estar en el siglo XVII. De ese Corpus Chiquito de la Trinidad poco queda. El último vestigio lo mantiene la cofradía del Cautivo con la procesión gloriosa de la Virgen de la Trinidad, y que este año tendrá lugar el próximo sábado, 10 de junio. La Semana Popular de los Corralones, que celebra este año su décimotercera edición, quiere evocar aquellos esfuerzos que hacían los vecinos por encalar sus casas y decorarlas al paso de Su Divina Majestad en la procesión de impedidos.

«Vivimos en comunidad, como antiguamente. Mi familia siempre cuidaba de su patio y para que no se pierda la tradición ahora sigo haciéndolo yo», asegura Antonia Reyes, una vecina del corralón del número 86 de la calle Jara, trinitaria de siempre, familia de la Repompa, del Chino de Málaga o del escultor Juan Vargas, cuyos retratos, juntos con los de Lola Flores o Camarón de la Isla, se reparten por el patio lleno de macetas pintadas de añil.

Acceder al patio significa dejar atrás calles abandonadas y sucias, dejadas de la mano de Dios y olvidadas por la administración, para entrar en un mundo esmerado y cuidado. «Esto es una obra de todos. Aquí vivimos cuatro vecinos en familia y todos colaboramos. Procuramos conservarlo así durante todo el año», asegura Susana Morales, que vive en el corralón de la calle Jara Jara, 18. Tanto ella como Ignacio Campos, otro residente del corralón, sostienen que en la Trinidad se vive muy «tranquilos y muy bien». Suena la Malagueña salerosa de Antonio Molina de fondo.

Es el mediodía. Repican las campanas de la torre de San Pablo mientras distintos grupos de personas hacen la ruta por los corralones, admirando el preciosismo con el que los vecinos se afanan por dar los últimos retoques. Un total de 32 corrales de la Trinidad y El Perchel participan en el Concurso de Engalanamiento Floral y Tradicional de Corralones durante estos días, hasta el 9 de junio.

En la mayoría de los casos, el resultado final se debe al trabajo común de todos los vecinos del corralón, que tienen detrás muchas semanas para idear la decoración y ponerla en marcha, ya sea convirtiendo el patio en una plaza de toros, un rincón de la Alcazaba o transformándolo en un vergel con decenas de macetas cuidadas al detalle para que estén en perfecto estado de revista cuando llegue el examen, informa el distrito Centro.

El concurso cuenta con un jurado constituido por colaboradores procedentes del mundo académico, cultural, artístico, musical, político, y diferentes colectivos de profesionales de Málaga. La valoración se realizará mediante la visita a los corralones entre el 6 y el 8 de junio en horario de tarde, puntuando la originalidad, el orden, el estado, la conservación y la limpieza, el grado de decoración del patio interior, de decoración de la fachada y la acogida al jurado. Además, las cofradías de la Trinidad y del Perchel entregan una mención especial al patio que haya evolucionado y mejorado más.